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Mentira y productividad

Carmen Fiestas , 09-04-2013.     Artículo en PDF

La mentira está inculcada en todos los ámbitos, en el empresarial en concreto, participa en la baja productividad por la pérdida de la confianza de los empleados.

 

 

En nuestra sociedad, en la cultura y en las prácticas empresariales, la mentira es un hábito extendido y arraigado en el comportamiento. Contraproducentemente, la mentira es bien aceptada por la mayoría, a pesar de sus efectos nocivos y de ser el inicio y trasfondo de la corrupción o de ser la causante de la pérdida de confianza entre las personas, lo que dificulta las relaciones interpersonales de cualquier ámbito.

En conciencia, la mayoría de personas afirmaría que no le gusta que le mientan ni las personas que mienten.

Sin embargo, ya desde niños, hemos sido sujetos de la primera mentira, a gran escala, en la que han participado padres, familiares, sociedad y medios de comunicación: Papá Noel, Sta. Claus y Reyes Magos (también St. Nicolás u otros, dependiendo de las diversas tradiciones culturales) “nos visitan cada año”. A modo de complot, el niño vive en esa mentira hasta que la descubre, gracias a  su escepticismo (cualquier niño pregunta respecto a cómo puede ser que se visiten todos los niños en una sola noche, entre otras preguntas…), o hasta que alguien le dice la verdad, (si se la dice por ejemplo un hermano en presencia de los padres, éste hermano pasa a ser reprendido por los padres).

Se cuentan cuentos, con la idea de distraer al niño, de fomentar su imaginación o por tradición (cuestionable). Se mentía también acerca de la procedencia de los bebés: “los traía una cigüeña”. Se castigaba (y se sigue castigando) a los hijos cuando informan a sus padres del “mal” comportamiento. (Disculpando al niño, a veces este mal comportamiento es la repetición del comportamiento que aprenden de sus padres). Así el niño aprende a mentir para evitar el castigo, y como sabe que todo el mundo le mintió de pequeño, ¿por qué no va a mentir?

En lo cotidiano, socializando, también se miente frecuentemente, generalmente, se considera el dar excusas para no aceptar una propuesta que decir la verdad, porque se entiende que la “excusa mentira” no daña al receptor de la misma. De ahí la existencia de la “mentira piadosa”.

Con esta educación y cultura de base, las personas aprenden a no distinguir la realidad de los hechos, aunque vean los hechos con sus propios ojos. Llega un momento que se hace firme el dicho: “No te creas lo que te dicen y de lo que veas sólo créete la mitad”. En cambio, en sentido contrario a "creer la mitad de lo que vemos", podríamos ser partidarios de utilizar este axioma: “Cuando has visto, no puedes decir que no has visto”. (Esta frase hay que contextualizarla para comprenderla: se refiere a que una vez hemos visto y comprendido una realidad, ya no podemos ignorarla o negar su existencia).

Partiendo de que la mentira se ha socializado, en el ámbito empresarial ocurre lo mismo. Las organizaciones jerarquizadas también jerarquizan el dominio de la información: “la información es poder” dicen… y en base a ello, lo que se pacta en “secreto” en las cúpulas directivas llega a la base de la organización en forma de mentira, “vendiendo la moto” a los empleados, en vez de hacerles partícipes de los objetivos de la empresa de forma realista, integrándoles, en lugar de dejarles al margen o considerarles como pura “mano de obra” sin cerebro. Generalmente, el empleado acaba enterándose también de la verdad, por otras vías distintas a la que se debiera: por “radio macuto”, o cazando alguna conversación que escucha a sus jefes a la hora del café, o en los pasillos al cruzarse con alguien…

Cuando la mentira se hace evidente, se rompe la confianza. Buscamos métodos y sistemas que mejoren los procesos y el uso eficiente de los recursos, buscamos innovación y creatividad, damos formación específica para el puesto de trabajo, porque queremos mejorar la productividad, y resulta, que algo de lo más valioso, como es la confianza, se ha perdido. Las personas no pueden ser más productivas donde no se sienten seguras.

Algunos de los graves problemas actuales están basados en el uso de la mentira; aunque erradicarla parece un camino imposible, deberíamos exigir la transparencia en la comunicación y en las actuaciones en cualquier ámbito, ya que esto hace más difícil al mentiroso que pueda salirse con la suya, a la par que dificulta la corrupción, fomenta la confianza y la seguridad.


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