Inicio Persona Empresa Sociedad Actividades Noticias Nosotros

Sensiblería, sensibilidad y aprendizaje

Javier Marzal, 10-01-2010.       Artículo en PDF

En la década de 1990 las emociones ocuparon un papel importante en la ciencia y en la cultura popular. Como resultado de ese interés, ahora podemos afirmar que la mayoría de la gente es sensiblera y esto es lo contrario de tener sensibilidad hacia la realidad, dificultando el aprendizaje y proporcionando una baja productividad.

 

Podemos definir la sensibilidad como la capacidad de percibir los estímulos externos (mediante los sentidos) e internos (sensaciones o información producida por los procesos mentales) para evaluar las cosas, ideas, personas, sistemas, procesos, situaciones, relaciones, etc. De hecho, la sensibilidad es una de las características principales sobre la precisión de numerosos aparatos de medida.

Sin embargo, la cultura popular ha distorsionado su significado y ha confundido la sensibilidad hacia la realidad, incluyendo las emociones de las personas, con la sensiblería emocional o sentimentalismo. Cuanto mayor es la sensibilidad, derivada por el interés hacia las cosas, más se profundiza para comprenderlas de una forma creativa, ésta es una característica propia de las personas con talento. Por el contrario, la gente común suele basarse en opiniones y valoraciones superficiales; su actitud y sus hábitos les llevan a distorsionar la realidad, activando una intensidad emocional excesiva e incluso algunas emociones exclusivas de la sensiblería. A menudo, las alteraciones de esta emocionalidad sensiblera producen alteraciones y descontroles emocionales que paralizan la actividad de este tipo de personas.

La sensiblería está relacionada con la cultura que ensalza el sufrimiento y el victimismo, fomentando que las personas tiendan a identificar aspectos que consideran negativos, aunque sean irreales, y así se emocionen rápidamente con cualquier estímulo. Una gran parte de estas personas suelen creer que son muy sensibles, pero en realidad son sensibleros. Lógicamente, esta distorsión les lleva a percibir e interpretar incorrectamente las cosas, equivocándose en su toma de decisiones. Por este motivo la gente sensiblera suele ser poco útil para las personas, las organizaciones y la sociedad. Probablemente,  otras personas que también sean sensibleras estarán encantadas de compartir sus opiniones desacertadas, su victimismo y sus sufrimientos, pero en el ámbito de las organizaciones sería conveniente que realizaran tests de sensibilidad y de sensiblería como parte de sus procesos de selección y de evaluación.

La sensibilidad es única y múltiple. Única en cuanto al aprendizaje. Puede decirse que una persona sensible está interesada en su crecimiento intelectual y profesional; por el contrario, las personas sensibleras no suelen estar interesadas en un aprendizaje global, aunque, a veces, puedan ser buenos especialistas.

Además, la sensibilidad es múltiple en cuanto a que cada persona tiene diferentes intereses, las áreas en las que está abierta al aprendizaje, las que ha seleccionado para su crecimiento intelectual y profesional.

En cuanto a las personas sensibleras, algunas lo son en su vida privada y, menor medida, en su vida profesional, aunque suelen tener rechazo hacia las cuestiones más corporativas, donde las decisiones son más sociales y popularmente menos humanas; es decir, donde se sacrifican intereses personales por el bien de los intereses colectivos de todos los stakeholders de la organización: clientes, colaboradores, comunidades geopolíticas, directivos, empleados sin rango, proveedores, socios, etc.

 


© 2007-actualidad Carmen Fiestas  - nm@nuevomanagement.com