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Meritocracia contra burocracia

Javier Marzal, 09-06-2012.       Artículo en PDF

La mayoría de las organizaciones burocráticas suponen incorrectamente que son meritocráticas.

Recientemente he leído un documento sobre la meritocracia en la universidad española, un ámbito completamente burocrático, tanto en sus dirigentes, como en sus académicos e investigadores. Su falta de contacto con la realidad social y su falta de autocrítica les lleva a considerarse meritocráticos, eso sí de unos méritos que no son útiles para la sociedad.

En general, cada vez que leo que una organización utiliza la meritocracia me recuerda la falta de autoconciencia de los burócratas. Las universidades y las administraciones públicas suelen afirmar que son meritocráticas aunque los méritos para ascender tienen poco que ver con sus clientes y mucho que ver con la defensa de los intereses de sus organizaciones y de sus cargos, es decir, son una mezcla de burocracias y de tecnocracias, incluyendo a los investigadores.

La meritocracia y la burocracia/tecnocracia son incompatibles, aunque la mayoría de las organizaciones burocráticas suponen incorrectamente que son meritocráticas.

La innovación es la mayor contribución social. De los innovadores se ocupa la Historia y las innovaciones conforman el progreso colectivo que es necesario para el bienestar individual. Por tanto, si el mayor mérito es la innovación, en un sistema meritocrático, los innovadores deberían estar en la cúspide. Sin embargo, son los burócratas quienes ocupan los cargos que, generalmente, crearon los innovadores.

Los cargos forman parte de los sistemas jerarquizados cuya  principal función consiste en mantener lo existente, lo heredado, las reglas, especialmente las estructuras y los privilegios inherentes. Por ello, la emprendeduría y la innovación son sus enemigos, las amenazas para el statu quo.

La meritocracia crea nuevas estructuras mientras la burocracia sólo las mantiene o las modifica y, por eso, se centra en escoger personas para ocupar los cargos existentes o para nuevos cargos. En las burocracias es habitual que algunos cargos no tengan ningún sentido, pero la inercia los mantiene.

Es requisito imprescindible en la meritocracia priorizar el mercado -ámbito social- destino de nuestra propuesta, mientras en las burocracias la prioridad máxima es el mantenimiento del sistema, sus estructuras, cargos y privilegios asociados.

Al contrario que la burocracia, la meritocracia prioriza la innovación, construir el futuro, frente al sostenimiento de lo heredado o, en el mejor de los casos, su aprovechamiento incrementalista (mejora continua sin cambios sustanciales). Por ello, mientras la burocracia siempre es decadente, la meritocracia proporciona progreso a las personas, a las organizaciones y a las sociedades.

La mayoría de los dirigentes está enfocada a los procesos en lugar de a su función social. Esta falta de enfoque hacia la misión no permite comprender el auténtico sentido de sus organizaciones y de su producto (bienes y servicios). Esta falta de sentido profesional les impide ver o comprender, las nuevas posibilidades y oportunidades que las continuas innovaciones de otras personas en otros campos pueden aportar a su trabajo. Se enfocan en los procesos, especialmente en los funcionales: marketing... por eso están, habitualmente, desfasados u obsoletos.

Por el contrario, la comprensión de nuestras propuestas construye una visión sistémica abierta y flexible, transversal a las funciones organizativas, que potencia la creatividad constructiva y la percepción de las nuevas posibilidades y riesgos, cambios y tendencias.

En los últimos años ha habido un intenso trabajo para institucionalizar y sistematizar la innovación y la mentalidad creativa. Es importante el reconocimiento del valor de la creatividad constructiva, la emprendeduría y la innovación, pero su inclusión en los procesos empresariales hace que sea poco probable que funcione fuera de los niveles más bajos y alejados de la estrategia.

Tal vez los websites para comercializar ideas innovadoras, junto con el venture capital, ampliamente difundido y fomentado por los negocios de Internet, contribuyan a hacer sociedades más meritocráticas y menos burocráticas porque la Gran Crisis de 2008, junto con la desintegración de la URSS y la crisis del Estado de Bienestar sueco, ambos en 1991, significaron el declive de las burocracias.


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