El
nivel de progreso en la organización se determina por la capacidad que tiene de adaptarse al entorno cada vez más
cambiante, y la capacidad
de crear, a partir
del cambio de enfoque, ventajas
competitivas para la empresa optimizando su gestión: innovación,
renovación, visión sistémica, servicio, flexibilidad,
eficiencia, responsabilidad, profesionalidad, motivación,
autoconocimiento y competencia social.
Las
personas se dan cuenta de que no hay conciliación entre sus
intereses personales con respecto a los laborales y que,
igualmente, tampoco esta conciliación se refleja en otras áreas
de la vida de la persona. Todo lo que sucede en nuestro día a día
tiene que ver con la forma en que hemos organizado y decidido
nuestra vida… y aún así, el descontento, el estrés, la
incertidumbre y las preocupaciones no desaparecen, impidiendo
que nuestra vida sea cada día más satisfactoria.
De
alguna manera, las personas creen que determinados estilos de
vida les aportarán bienestar. Después, a lo largo del tiempo,
es frecuente darse cuenta que no ha funcionado.
Podríamos
decir que en el aspecto profesional sucede algo semejante. Una
persona se prepara académicamente para tener un conocimiento
adecuado a la profesión que eligió, masters, estudios
universitarios… Después, cuando ya está integrado en una
empresa, amplía su formación específica dentro de la misma, o
puede destacar y ser elegido para formar parte de los planes de
carrera de la Compañía a la que pertenece. Aún recibiendo
este conocimiento, la
mayoría de personas afirman seguir descontentas ya que no les
sirve para abordar otras cuestiones de su día a día. Conoce
muchas técnicas para ser un líder (estándares de las
consultoras y de las empresas jerarquizadas), pero los demás no
le conceden la “autoridad” como tal, e incluso en muchas
ocasiones los que le rodean le ven como una persona
“disfrazada de líder” pero no auténtica, y por lo tanto;
las técnicas que esta persona se ocupó de conocer, no
le dan resultados.
Por
otro lado, toda esta vorágine cambiante de las costumbres
sociales y la insatisfacción laboral, incluso de las
relaciones interpersonales, para aquellas personas que
normalmente han elegido el crecimiento y aprendizaje personal,
les conduce a acudir a conocidos libros de autoayuda. Otros se
enfocan más hacia el perfeccionamiento de su comportamiento en
la búsqueda de modelos que le sirvan… pero en este sentido, aún
encontrando aspectos valiosos… no le conducen tampoco a
mejorar sustancialmente.
Muchos,
por no decir que todos, los programas de desarrollo que he
conocido, tras
analizar e investigar en que se basan, normalmente recurren a
extraer el modelo de personas eficaces en determinados aspectos,
y de ahí, obtienen un patrón que es el que se considera
el mejor modelo para todos, sin tener en cuenta que todos no
somos iguales. Lo mismo sucede con las mejores prácticas
empresariales, ejemplos que en muchos casos no se pueden aplicar
en todas las empresas por igual.
Las
paradojas ocasionadas por la brecha entre lo aprendido y la
realidad percibida y
los cambios de comportamiento forzados, producen
ansiedad, estrés, insatisfacción..., reduciendo la productividad.
Hace
años, se hablaba de la eficacia de los japoneses en
“copiar” lo que otros inventaban y fabricarlo en serie a
bajo precio. De esta manera,
se trataba de aprovechar las ideas que ya existían y
comercializarlas. (Luego los japoneses cambiaron y empezaron a
ser tan innovadores como americanos y europeos, o más).
Ahora
se trata de distinguir que si copiar puede tener una cierta
utilidad, no es suficiente ni lo adecuado para
dar iniciativa a ideas de innovación, ni a las empresas
ni a las personas que la componen. Partiendo de la originalidad
de la creación propia y no en la mejora de lo ajeno es
como obtenemos las ventajas competitivas, ya que las
comparativas tienen un corto recorrido.
Afortunadamente,
desde la década de 1990 se han conseguido mayores avances científicos
en el conocimiento del cerebro y también ha sido la etapa en la
que se comienza a “bucear” en el interior de la persona a
través del autoconocimiento en el mundo empresarial.
Esto
incide en que se está admitiendo y demostrando que la propia
mente tiene recursos.
Este reconocimiento, permite construir
recursos desde la propia mente de la persona. Ahora
ya existen formas de acceder a los cambios que requerimos desde
nosotros mismos, sin necesidad de elegir el modelo de otro.
Se
pueden cambiar las creencias de las personas y alinearlas con su
comportamiento, lo que las impulsa hacia una alta productividad
y satisfacción.