Pensamiento
sistémico para abordar la complejidad
El pensamiento sistémico profundiza en la interpretación de los
sistemas encontrando los arquetipos (patrones) que se repiten y que
tienen que ver con los acontecimientos que suceden. En nuestra vida,
conocer el pensamiento sistémico nos aporta una forma de comprender la
complejidad de los procesos, siendo un instrumento clave para en el
mundo empresarial.
Estamos
viviendo el momento de transición hacia la Era de la información. Esto
implica que todavía perviven aspectos de la era anterior, de donde
partimos, la Era industrial.
Esto
en sí mismo, significa que conviven tres formas básicas: la anterior,
la de transición y la nueva. La complejidad de la transición implica
cambio y transformación en constante dinamismo, con una mayor
envergadura por la tendencia actual de la globalización.
Pues
bien, para comprender lo que es el pensamiento sistémico, comprendamos
lo que es un sistema. Un sistema está formado por diversas partes que
interactúan con otras, fundamentando o estableciendo su existencia como
un todo. Nuestra mente es un ejemplo. Nuestra mente gestiona nuestro
cuerpo, mediante procesos, el cual está formado por diversos órganos
que interactúan en el funcionamiento del resto, influyéndose. Véase
la somatización de problemas emocionales o el dicho “quien mueve las
piernas mueve el corazón” .
(La
Neurociencia actualmente reconoce la interrelación entre neurología y
biología, considerando que el funcionamiento del cerebro no consiste
solo en sus acciones motoras no conscientes como respirar o andar, sino
de todas las acciones cognitivas como hablar, pensar, etc. que también
interactúan en sus funciones, tanto de forma no consciente como
consciente).
Nuestra
mente, de hecho, es una mente sistémica. De forma no consciente nuestra
mente regula y utiliza los recursos que precisa nuestro organismo además
de nuestras motivaciones internas y externas. Saber cuáles son nuestros
patrones mentales nos da opción a mejorar la calidad de nuestra vida y
la coherencia y alineación de nuestros intereses físicos y mentales,
permitiendo que ni la razón ni la emoción de forma independiente sean
quienes, de forma aislada, predominen en nuestros comportamientos,
a la vez, que nuestra conciencia en el comportamiento incide en
nuestras funciones biológicas.
Actualmente
la diversidad cultural, la globalización, la innovación, la
convivencia del paradigma actual están modificando los sistemas
creados, influyendo en ellos y convirtiéndolos en otros sistemas
complejos que nos abren un nuevo mundo de posibilidades y por ello es
necesario recurrir a formas de pensamiento no lineales, que permitan una
mejor compresión de los acontecimientos. Conocer
con detalle los antecedentes históricos y tener un gran conocimiento técnico
o el talento no son bastante. Nos llevaría mucho tiempo, y nada
garantiza que las experiencias pasadas nos sirvan para comprender lo
nuevo, porque lo nuevo parte de contextos diferentes. El conocimiento
también se nos queda corto, puesto que cada día la información es
mayor y no podemos ni tenemos la capacidad para abordarla en su
totalidad. El talento, por sí sólo, tampoco es suficiente para crear e
innovar de forma reiterada sin profundizar en las necesidades del
sistema al que se pertenece. En
un mundo complejo, la lógica no es suficiente para la correcta
interpretación de las situaciones. La lógica lineal, el pensamiento
cartesiano no son los que rigen a las personas ni a los acontecimientos
solamente, puesto que no actuamos como los números ni las operaciones
matemáticas. Este pensamiento lógico es insuficiente para manejarse
dentro de los sistemas o de la complejidad. Descomponer las partes de un
sistema para analizarlo, como se nos ha enseñado, tampoco sirve en
todos los casos para la resolución de problemas. El
pensamiento sistémico profundiza en la interpretación de los sistemas
encontrando los arquetipos (patrones) que se repiten y que tienen que
ver con los acontecimientos que suceden. En nuestra vida, conocer el
pensamiento sistémico nos aporta una forma de comprender la complejidad
de los procesos para encontrar las maneras o posibilidades de mejorarlo
o interactuar, conociendo las posibles consecuencias a priori. El
pensamiento sistémico es eficaz para comprender mejor el funcionamiento
de las cosas, al abordarlas como un todo y no como partes aisladas. Nos
permite saber como influir en la obtención de los resultados y, por
tanto, cómo ejercer un mejor dominio en la propia vida, siendo un
instrumento valioso en el mundo empresarial, tanto para la toma de
decisiones, como para trabajar con equipos. Los
sistemas tienen una inercia, y los cambios en los mismos suelen
producirse de forma retardada cuánto más complejo es el sistema. El
pensamiento sistémico permite actuar con mejor sentido en el corto,
medio y largo plazo. Al conocer mejor las estructuras y aspectos que
intervienen, podemos anticiparnos mejor al futuro y acercarnos a lo que
acaecerá. Es
la base de la claridad mental y de nuestra mejor perspectiva de las
cosas al ampliar nuestro punto de vista. Una
forma de evitar, o por lo menos reducir, el esfuerzo permanente es
conocer los patrones básicos que rigen e influyen en como actúa un
determinado sistema. Es decir, no quedarse en el detalle sino
profundizar o bucear en el funcionamiento de dicho sistema. La
impotencia que podemos sentir por la incertidumbre ante la complejidad
queda mermada con el pensamiento sistémico, lo cuál la convierte en la
oportunidad de entenderla como múltiples
posibilidades.
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