Es
obvio que en las empresas comerciales los productos no se venden solos,
por mucha inversión que se destine al marketing, siendo los vendedores
la primera línea que trasmite la propuesta de la empresa a los
clientes: lo que la empresa es en sí misma, lo que puede ofrecer en
calidad de servicio y producto, confianza y garantía de la inversión.
La
gestión de un jefe de ventas es una pieza angular dentro de cualquier
compañía que precise llegar al mercado con venta directa de sus
productos, a la vez que es quien obtiene la información más certera
del comportamiento de su mercado.
Antes
el marketing generaba ventas directas; ahora, cada vez son más los
sectores de actividad económica y las empresas donde la venta es la que
consigue los pedidos, siendo el marketing uno más de los argumentos de
apoyo en la venta. Mientras el marketing es generalista, a pesar de su
segmentación y del incipiente marketing one-to-one, la venta tiene que
ser individualizada. Ello significa que además de los conocimientos de
la propia empresa, el comercial debe ser capaz de conocer las reglas e
intereses personales y organizacionales de cada cliente.
En
un equipo de ventas, tanto puede echar abajo los resultados un comercial
corriente como un jefe de ventas mediocre. Por eso las empresas tienden
a diseñar un nuevo tipo de preparación que permita alcanzar un alto
desempeño de unos y otros.
El control de los resultados está directamente
relacionado con la interacción que se realiza entre el jefe de ventas y
cada uno de los miembros del equipo, suponiendo que además ya exista
una eficaz herramienta y procedimientos efectivos para dicho control.
Tal vez, es el equipo de ventas donde conviene prestar mayor atención
para la obtención de sus resultados óptimos y su jefe de ventas quien
más está al servicio de su equipo y a la vez del resto de la compañía.
Las
previsiones de los resultados en las ventas, son la herramienta que más
puede ayudar al jefe de ventas a anticiparse a lo que puede devenir, con
tiempo suficiente para tomar las medidas correctoras adecuadas, evitando
consecuencias negativas. El análisis de estas desviaciones también
puede señalar, no sólo lo fallido en cuanto a la gestión de la venta,
sino también fallos en el sistema o el producto, alarmas de que algo
debe ser modificado porque el mercado está disminuyendo su aceptación,
errores de planificación, del volumen de gestión o localizar qué
vendedores están produciendo el mayor desajuste en el total de
resultados.
A
menudo, estos planes de recuperación realizados sobre el papel -a veces
para salvar el cuello en las reuniones- activan diferentes y
adicionales actuaciones y cambios de ritmo de trabajo en el equipo, pero
son imposibles de ejecutar por lo ilusorio de las acciones, o porque
estas precisan unos medios para su control que
no está a su alcance, o son muy agresivas y queman mercado a
medio plazo, o queman a los comerciales, o porque simplemente no se
realizan.
Si
escucháramos los pensamientos que circulan en la cabeza de un jefe de
ventas, después de analizar sus resultados diarios, semanales,
mensuales… encontraríamos un elevado volumen de preguntas y
respuestas que se realiza a sí mismo para tomar decisiones. La cuestión
es si esas preguntas son las correctas para obtener también las
respuestas adecuadas. Normalmente, los objetivos de ventas son
ambiciosos y alcanzarlos requiere de toda la estrategia posible, de
correcciones rápidas en las desviaciones que se van produciendo,
efectuando planes de recuperación realistas.
La
descrita complejidad del trabajo comercial hace que sea cada vez más
habitual que el área de ventas tenga su propio departamento de formación
y desarrollo, diferente al área de recursos humanos. Las técnicas de
entrenamiento personal y de innovadoras y creativas maneras de formar
vendedores están siendo muy solicitadas. Además de las técnicas de
ventas específicas, hay otras complementarias de máxima actualidad que
se focalizan en la técnica personal para el alto desempeño: autogestión
y habilidades sociales para las relaciones interpersonales, que conjugan
los fundamentos del coaching y nuevos conocimientos sobre los recursos
de la mente.
Un
buen coaching es una herramienta eficaz, cada vez más utilizada por las
empresas para apoyar a sus jefes de ventas. Digo buen
coaching refiriéndome al que puede realizar una persona que haya
tenido experiencia empresarial adecuada y la formación acreditada de
coach. Este apoyo es clarificador, a la vez que está orientado a la
consecución de resultados. Es capaz de corregir las actitudes y
producir los cambios necesarios en el estilo de gestión o dirección
que sean los adecuados para la persona, o coachee, que realiza el
proceso. Los cambios que se producen son a nivel interno desde la base
de su pensamiento y son acompañados, al ritmo que se requiera, del
seguimiento y planes de acción con el coach.
Por
otro lado, fomentar la competitividad en el equipo comercial no es
suficiente para obtener los mejores resultados, sin embargo la sinergia
y cohesión del equipo seguramente sí la produce. La competitividad no
está reñida con la cohesión del equipo. Esto cambia el enfoque de
equipos de venta tradicionales en los que se fomenta la comparación
constante de los vendedores. Los equipos de alto rendimiento se
caracterizan por la autogestión del equipo, es decir, todos están al
servicio de todos para que cada uno se responsabilice de diferentes
funciones, aunque la venta se siga haciendo de forma individual. Por
ejemplo, unos vendedores realizarán mejor la concertación de visitas o
rutas, otros el control y resolución de impagados, otros la preparación
de la visita, etc. tomando
así la responsabilidad de todo el grupo en las cuestiones en las que
son más eficaces, ejerciendo una labor motivadora a la vez que
aumentando su compromiso de esta manera en el resultado global.
El
desafío que hoy impone el mercado requiere de soluciones, nuevas
alternativas y preparación profesional en el área de ventas, para que
vender hoy no signifique vender menos mañana.