La libertad
individual elimina la mayor parte de los problemas psicológicos
Nuestra
libertad individual tiene dos sentidos fundamentales que han
de estar actuando en paralelo para la obtención de una vida plena y
satisfactoria: la calidad de nuestros pensamientos y nuestro propósito vital.
La
libertad individual, a la que voy a referirme, es la de nuestro pensamiento, desde donde
podemos hacer posible que nuestro comportamiento y aptitudes nos produzcan satisfacción
en nuestro camino.
La libertad individual tiene dos sentidos fundamentales que han de estar actuando en paralelo para obtener una vida plena y satisfactoria.
Uno de dichos aspectos está relacionado con nuestro
propósito o proyecto vital. Estas metas o propósitos, nos darán la visión necesaria
para mover la veleta hacia el camino que esté orientado a alcanzarlos, aspecto fundamental para
ser nosotros mismos quienes tomemos las riendas de la propia vida. Los diseñamos en
base a diferentes elecciones o decisiones que hemos tomado conformes a nuestras
expectativas, percepción de uno mismo, de los demás y del mundo (nuestra
cosmovisión).
Nadie queda exento de otros aspectos que provienen del
exterior, que también intervienen y que nos condicionan. Por ejemplo, no podemos controlar
que nos den un plantón, o que se retrase una persona con la que hayamos quedado en una
cita, pero sí depende de nuestra actitud el que este hecho nos afecte de una u otra
manera. Nuestra capacidad de sobreponernos a estas circunstancias externas fortuitas
restará o sumará trascendencia a los acontecimientos que sucedan a continuación.
El otro aspecto, y el más importante, es el procedente de la calidad de nuestro pensamiento.
En nuestra mente se suceden pensamientos constantemente… uno tras otro. Incluso somos
capaces de realizar tareas utilizando automatismos en segundo plano para que nuestro
pensamiento tome el plano principal. A veces, es al contrario; estamos prestando atención a
alguna tarea pero de fondo nuestro pensamiento sigue funcionando, tal vez incluso para
aquello que estemos haciendo en ese momento. Por ejemplo: "Quiero acabar mi
artículo, pero no se me va a ocurrir nada interesante". "Me han invitado a la fiesta y seguro
que hoy también voy a aburrirme…".
De manera prácticamente involuntaria, acuden
pensamientos negativos o dañinos que nos hacen sentir mal. ¿Somos conscientes de la calidad de
nuestros pensamientos? ¿Hemos podido detectar si el porcentaje de pensamientos
negativos es superior al de los pensamientos proactivos y positivos? Una forma de
identificar nuestra manera de pensar es darse cuenta de si éstos siguen un patrón y cuál es.
Ver si se producen en situaciones específicas. Algunos de los patrones de pensamiento
negativo y sus correspondientes antídotos serían:
Filtro
negativo: Ignorar
lo positivo recordando o viendo siempre lo peor; nos queda un "mal sabor de boca"
de la experiencia, en lugar de recordar o ver también lo positivo.
Pensar en "todo o nada": Perfección o fracaso, bueno o malo, mejor o peor…
en lugar de encontrar otros puntos intermedios y equilibrar.
Exagerar: Ver el problema engrandecido y minimizar nuestra capacidad para resolverlo
en lugar de encontrar soluciones y ser proactivos.
Pesimismo: Es
creer que va a suceder algo negativo y no dar la misma oportunidad a que pueda suceder lo positivo.
Etiquetarse: Cuando cometemos un error, mencionarse a uno mismo como un ser inferior.
Por ejemplo cuando se nos cae algo decir que somos torpes. En su lugar, podemos enfocar
el asunto como erróneo y no considerar errónea a la persona.
Culparse: Es
creer que las cosas negativas siempre suceden por nuestra culpa.
En su lugar, ver que factores intervienen en la situación, analizándola sistémicamente.
Generalizar: Creer que si una cosa no nos sale bien, no nos saldrá bien ninguna. Por
ejemplo, si no le caigo bien a alguien, creer que no le caigo bien a nadie.
Adivinar lo que otros
piensan: Creer que otros piensan mal de nosotros o de una
situación, en lugar de preguntarlo directamente. También esto marca la creencia de que
todo gira a nuestro alrededor, cuando los demás tienen otras cosas que hacer. Tener
expectativas irreales sobre lo que creemos que es y no contrastarlas o convertirlas en acuerdos.
Debo o tengo que…
Ver las cosas siempre desde la exigencia o la obligación, exigirnos la
perfección, en lugar de verlo como "quiero…", lo que nos acerca al placer
de hacer las cosas y a la excelencia.
La práctica en la adecuada gestión de nuestros
pensamientos intervendrá en tener una mejor conciencia de las cosas externas e internas, en
ser realistas con lo que sucede, con los demás y con nosotros mismos. Cuando estamos bien,
las cosas nos resultan más fáciles de hacer, mejora nuestro estado de ánimo y nuestros
resultados.
La libertad individual, nuestro libre albedrío, para la
gestión adecuada de la calidad de nuestros pensamientos nos libera de problemas
psicológicos; además, siendo partícipes en la construcción de nuestro futuro mediante un proyecto
vital, obtendremos una vida plena y satisfactoria, evitando que ésta quede en manos de un
destino desconocido o dirigido por los demás.
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