Me
complace publicar este artículo, porque el próximo 17 de Febrero en
Madrid va a tener lugar el seminario Talent Vision, donde Javier Marzal presentará su
obra por primera vez. Acudirán personalidades de las instituciones
empresariales y directivas, así como de grandes empresas, asociaciones de superdotados y personas de alta capacidad, entre otros,
por ser un evento de gran relevancia. Se ha de considerar este valioso
acto como una gran aportación a un tema tan importante, que desde hace
años está en boca de todos sin que nadie diga nada útil. Sin embargo,
disponer de un paradigma científico proporciona un punto de partida
para tratar y gestionar correctamente un asunto: el talento, ni más ni
menos, que es la base de la productividad y del progreso, tanto
individual como colectivo.
Conozco
a Javier desde hace unos años y hemos compartido muchas horas y
proyectos de trabajo. Profesionalmente, puedo emitir una opinión
fundamentada sobre él y su propuesta.
Cuando
le conocí, me llamó la atención su aspecto más intelectual. Su
amplia visión sobre el mundo tan acertada, que en muchos casos me ha
servido para componer la mía. Es una persona profunda, emprendedora,
innovadora, que ha llegado a comprender de forma sistémica todo aquello
que interviene en que las cosas sean como hoy son, yendo más allá y
sabiendo con precisión las causas y efectos de los aspectos más
trascendentes del ser humano, la sociedad y el mundo empresarial. Me doy
cuenta de cómo ha cambiado mi concepto sobre los intelectuales en
general. Con Javier he comprendido que no es posible ser intelectual sin
ser emprendedor e innovador; cosa bien distinta son los eruditos y los
charlatanes, que ahora distingo perfectamente.
Ambos
coincidimos en que nuestra mutua colaboración nos complementaba ya que,
en mi caso, mi propuesta profesional quería hacer llegar al mundo
empresarial una eficaz manera de
preparación de los directivos, centrada en los aspectos mentales y
autolimitaciones que inciden en su eficiencia y satisfacción
(compatibilizando este proyecto con mis conocimientos sobre el
funcionamiento y entresijos de la mente humana). Realmente, nuestra
experiencia como ex directivos y nuestro continuo estudio y reflexión,
tanto conjunta como
individual, nos han dado las claves de eficiencia, eficacia y
efectividad que los profesionales y las organizaciones necesitan en el
actual contexto de cambio.
Escribir
este libro del talento, ha sido la consecuencia lógica,
que él muy bien ha sabido detectar, que resume una gran parte
del estudio realizado. Los meses de trabajo fueron arduos, por la
consistencia y profundidad del análisis mental que se ha realizado.
A pesar de que Javier busca fundamentos en la Ciencia, para este
trabajo se ha encontrado que éstos no eran suficientes o no estaban
completados para explicar algunas características del funcionamiento
mental que requería el paradigma del talento.
Tuve
que realizar un gran esfuerzo para ayudar en la elaboración de la
mencionada obra, ya que ello me obligó a revisar en paralelo las
comprensiones propias, que inicialmente no eran coincidentes en su
totalidad y de las que ninguno de los dos teníamos referencias, puesto
que no se había escrito nada coherente en relación al talento. Además,
tengo que decir que Javier trabaja a un ritmo e intensidad muy altos, aunque, generalmente,
de mí opinan que tengo gran capacidad y agilidad mental.
Ha
sido para mi una singular y valiosa experiencia por todo lo que me ha
aportado tanto personal como profesionalmente, en la práctica de
los procesos de cambio que realizo con personas. Por este motivo, porque
tengo hechos que avalan este trabajo con resultados extraordinarios, me
atrevo a decir que confío en que esta obra será la impulsora tanto de
nuevos estudios complementarios sobre el talento, como de nuevas prácticas de
gestión del potencial de talento. Como sucediera con Freud en la
Psicología y con Peter Drucker en el Management.
“El
libro del talento” requiere una lectura reflexionada para que se pueda
aprovechar lo máximo posible. El tema es complejo, es un enfoque nuevo
del que no existen referencias. Pero recomiendo a todo aquel que consiga
un ejemplar que lo “trabaje” mentalmente, que se abra a las nuevas
posibilidades que se abren camino tras su lectura, porque el libro
precisamente no es dogmático pero su reflexión nos aproxima a tener
una mayor comprensión y visión de nuestra mente, de nuestras
relaciones y, principalmente, de cómo empezar a promover y a construir
talento, el propio y el ajeno.
Las
empresas, de una vez por todas, pueden empezar a gestionar adecuadamente
el talento, por eso, la cita del próximo febrero al seminario Talent
Vision no pueden perdérsela.