Resiliencia
en ingeniería, se usa para referirse a la capacidad que tiene un
material de recuperar su forma original después de someterse a su
deformación, hasta su límite de flexibilidad que le conduciría a la
rotura. Pero se viene utilizando como distinción refiriéndonos a la
capacidad de una persona a sobreponerse ante una situación adversa.
Muchas
son las circunstancias en que una persona puede llegar a “tocar
fondo”, creyendo que su vida carece de sentido para después renacer a
la situación con nuevas formas y actitudes, e incluso, realizar tales
cambios que consigue una mejor situación que la que antes tenía.
Resiliencia
es lo contrario a victimismo, ya que éste paraliza, bloquea toda acción
y es inútil. También suele aparecer la frustración cuando al comparar
la situación con las expectativas que teníamos creemos que no las
vamos a alcanzar.
La
crisis actual nos obliga a tomar medidas para hacerle frente, nos obliga
a incorporar cambios no a resistirnos a ellos. Ya que vamos a cambiar,
se trata de tomar las riendas aprovechando esta exigencia, de forma
consciente, considerándolo una oportunidad de mejora. Si no asumimos la
orientación de los cambios necesarios, los cambios que nos impondrá el
entorno no desestabilizarán.
¿Qué
hace una persona o una organización resiliente?
Ser
creativa: Aprovechar las nuevas posibilidades del cambio de contexto.
Esta actitud parte de una nueva mentalidad, otros enfoques, pues el
escenario o los recursos que vamos a tener que utilizar son otros. Hace
falta una doble labor, por un lado de introspección o autocrítica y
por otro de reconsideración del entorno. Entonces, diríamos que
partimos de la comprensión de la realidad, dónde estamos ahora, o lo
que es lo mismo, tener conciencia de la realidad externa y de la propia
para ver cómo podemos conectar ambas, cómo acoplarlas para encontrar
un nuevo significado que dé el impulso necesario para querer tomar
nuevas acciones. Pensar en nuevos proyectos.
Ser
proactiva: Hacer, dar pasos a favor de
las propias necesidades. Buscar activamente oportunidades favorables,
tener nuevas iniciativas, nuevas relaciones, cambiar los hábitos que
eran negativos, aplicar cambios en la forma de trabajar, cambiar de
sector de actividad si es preciso, dirigirse a otros mercados, a nuevos
proyectos. Atreverse a ponerse a prueba, aceptar el reto de hacer cosas
diferentes, aprender y conocer nuevas cosas.
Ser
flexible: No basta con ser tolerante,
tampoco todo lo conseguido hasta hoy tiene que perecer o ser destituido.
Se trata de poder aceptar nuestros límites actuales y adaptar nuestros
modelos, estrategias, políticas, procesos y actividades.
Gestionar
el tiempo: Ser capaces de cambiar la
forma en que empleamos nuestro tiempo, ya que la situación ha cambiado
no podemos regirnos por el orden y prioridades de antes. Adaptemos
nuestra agenda o nuestro tiempo a las distintas actividades que vamos a
realizar, flexibilizándola de tal manera que nuestras necesidades
primordiales ocupen el espacio adecuado. En una organización esto
implica también revisar aquellas actividades que roban tiempo de un
grupo de personas y que era un tiempo ineficaz, entre otras, realizar
reuniones para todo en lugar de articular una comunicación ágil.
Sentido
del humor: Dentro de cualquier
circunstancia, por dura que sea, podemos sustraerle dramatismo a las
cosas. Restarle sensiblería. Si somos realistas y proactivos no
perderemos el equilibrio racional y emocional. Racionalmente sabemos que
es posible remontarse en todo tipo de circunstancias y así podemos
eliminar la distorsión emocional: tragedia, pesimismo, victimismo,
frustración.
Ser
asertiva: Es ser capaz de expresar los
sentimientos ante la situación sin usar la manipulación emocional para
hacer que los demás se sientan culpables. Ser firmes cuando la situación
lo requiera, con respeto y sin usar el castigo emocional. Aplicar la
libertad de ser uno mismo. El sentimiento varía o permanece, en cada
momento es el que es y podemos expresarlo con firmeza y educación para
que los demás lo entiendan, sin sobrepasarnos de la línea que separa
sus intereses de los nuestros.
Creer
en una misma: Creer en las propias
capacidades y en la aceptación realista de nuestros límites. Atreverse
a considerar que podemos probar cosas nuevas y que hay que practicar las
cosas y entrenarse antes de hacerlas bien. Por lo tanto, somos una
construcción que hacemos día a día. Nadie nace sabiendo. Las nuevas
circunstancias son la oportunidad para comprobarlo.