El
compromiso traduce a acciones nuestras promesas. Es un elemento
necesario en toda acción acordada, sea con uno mismo o coordinada con
otras personas. A veces, le damos una connotación en la que parece que
el compromiso corresponda a la obligación de hacer alguna cosa. En este
caso no estaríamos hablando de su correcta dimensión. La obligación es
otra cosa que no permite hacer más que lo que la obligación requiera. Es
acatar una norma.
El
compromiso tiene la ventaja de que no obliga. Se realiza a través de una
decisión libre de aceptarlo o no. Aceptar un compromiso entonces tiene
que ver con que converja lo que queremos y la decisión de hacerlo
posible. Una persona comprometida con su misión se ve a medida que
valoramos las acciones que realiza esa persona. Genera confianza.
Rescata la seguridad aún dentro de la mayor incertidumbre, por eso es
tan valioso en el contexto de cambio y dinamismo actual. Es uno de los
valores más buscados a la hora de establecer nuestras relaciones con los
demás.
La
mayoría de los escritores y conferenciantes empresariales españoles,
fomentan que todos los empleados estén comprometidos con las reglas de
la empresa. Esto crea burocracias, es un corsé que asfixia cualquier
aspecto creativo y que fomenta la obediencia. Promueve la obligación
hacia el cumplimiento de normas, pero no hacia el espacio creativo que
puede dar resultados extraordinarios. No somos robots, sino personas
diversas. Estas creencias provienen de la época en que la competencia
era muy baja y las personas desarrollaban toda su vida profesional en la
misma empresa. En aquél contexto se ofrecía un trabajo para toda la
vida, a cambio, se esperaba lealtad, fidelidad, identificación con la
empresa, que eran valores afines a esas circunstancias. En el contexto
actual más dinámico, tanto las personas, como el progreso social y las
organizaciones requieren otros valores, como por ejemplo que el
compromiso se enfoque hacia las posibilidades de mejora que implican
cambios en las reglas, en algunos casos, la creación de nuevos sistemas.
El
compromiso no coarta la libertad de ser, mucho menos la de hacer, pues
parte del legítimo derecho personal a implicarse, y también a dejar de
estar comprometido cuando se modifica aquello que queremos, entonces es
cuando romper un compromiso si no se hace adecuadamente, sin
coordinación con los demás, se volvería en contra. Es imprescindible,
que cuando cambia el sentido del compromiso de inmediato se comunique a
los implicados. Esto es lo que distingue a una persona íntegra de la que
no lo es.
No es
más íntegra quien más se compromete, sino quien es capaz de coordinarse
a tiempo con los demás. Porque romper el compromiso es válido, pero
también lo es de igual manera comunicar la rotura del compromiso de
inmediato, que es la manera de respetar a los demás. No hay excusas. Si
se rompe un compromiso es porque hay motivos que no tienen por qué
proceder de los otros. En todo caso la decisión es de uno y es legítima.
Algo cambia que hace que el compromiso no sea vigente por nuestro lado.
Una
persona innovadora o emprendedora lógicamente, querrá comprometerse con
proyectos donde exista espacio donde manifestar sus actitudes,
especialmente su creatividad, por ello, sería un error trabajar en
empresas burocráticas, que es comparable a empresas cuyos bienes,
servicios y cultura corporativa, no dejan margen a la innovación, que
están cerradas al cambio no permitiendo esos espacios creativos. A
veces, esas mismas empresas si lo permiten de forma limitada en su sede
central, dificultándolo en el resto del mundo. A su vez, las empresas
burocráticas se equivocarían contratando personas con mentalidad
innovadora o emprendedora, más aún, si buscan su compromiso con la
empresa.
Al fin
y al cabo, el compromiso también tiene un gran componente emocional
relacionado con nuestras motivaciones. No es un contrato, porque
entonces sería una condición obligatoria. Se manifiesta normalmente de
forma verbal o incluso no verbal, por eso las expectativas entran en
juego. Una manera eficaz de gestionar dichas expectativas, consiste en
clarificar las metas u objetivos por las partes implicadas para llegar
al compromiso y, desde ahí, a la obtención de resultados.