El
término feedback, se ha incorporado al uso como equivalente a dar o
recibir una crítica constructiva, procedente de su aplicación en la
tecnología, cuando se formuló la Teoría General de Sistemas a mediados
del siglo pasado para obtener una comprensión científica de los
sistemas que conforman la realidad. El nuevo enfoque sistémico (véase
artículo publicado aquí en febrero de 2008 “Paradigma sistémico”)
trascendió de la ciencia a la cultura y muchos conceptos pasaron a
utilizarse en las organizaciones, al considerarse que éstas son sistemas
abiertos y, como tales, pueden recibir retroalimentación o feedback.
La
conducta de una persona, dentro de una unidad social o sistema (pareja,
familia, equipos, organizaciones, etc.) se considera retroalimentación,
ya que influye en cada una de las otras personas que forman parte de
ese sistema, a la vez que la de los demás influye a esta.
La
crítica constructiva es de gran valor, tanto en los procesos de
aprendizaje como para detectar áreas de mejora personal o profesional,
así como en el de nuestras relaciones. Amplía la información que tenemos
de nuestras acciones, para tomar conciencia de nuestros aciertos y
errores. La observación de la realidad se ha de basar en hechos
concretos, con la contextualización de los mismos, separados de la
intencionalidad, para que sea objetiva.
Ahora bien, ¿sabemos realizar correctamente una crítica constructiva? La
oportunidad de aprendizaje que proporciona la crítica constructiva sólo
sirve cuando el receptor la utiliza; para ello, éste tiene que estar
abierto a la consideración de ese aspecto concreto. Muchas personas,
consideran la crítica como una intromisión o ataque personal y la
rechazan sintiéndose agredidos, aún cuando existe buena intención de
quien emite la crítica.
Cabe
distinguir que la crítica se basa en una opinión (nuestro juicio) sobre
hechos concretos o sobre nuestro parecer o creencia pero, como tal
opinión, ésta puede ser subjetiva. La diferencia de ésta con la que
resulta constructiva es que, en éste último caso, el fondo y la forma
tienen como objetivo ayudar a mejorar y siempre se basa en hechos
concretos.
La
habilidad de comunicación es esencial para que esta valiosa herramienta
sea efectiva, al igual que lo es una actitud abierta al cambio y al
aprendizaje. Sugiero algunos aspectos que pueden ayudarnos a emitir
críticas constructivas:
-
Ser
lo más específicos posible, detallando hechos concretos en lugar de
generalizar. No es lo mismo decir: “Ana a veces te equivocas”, que
decirle a Ana en qué se equivoca concretamente y la repercusión que
produce su error. Esto le permite a Ana poder actuar de forma certera.
-
Centrarnos en describir la acción o hecho y no entrar en calificativos
personales; es decir, describir y no evaluar. Por ejemplo, no es lo
mismo decirle a Ana que es una incompetente, que decirle que en su
informe de cuentas hay un error de suma. O elogiar a alguien sin
referirnos a la acción que produce satisfacción: por ejemplo: “Gonzalo
me diste una charla excelente”, es distinto a referirse a qué dijo
Gonzalo en esa charla que nos ha resultado enriquecedora.
-
No
interpretar aspectos subjetivos del otro. Como por ejemplo, decirle a
alguien que nos parece que está desanimado al oírle pronunciar un
discurso. En su lugar, es preferible decir que si eleva un poco el
volumen de voz e incorpora una velocidad variable, su discurso será más
animado.
Pero, ¿sabemos recibir correctamente una crítica? Para quien o quienes
están dispuestos al cambio o a su crecimiento, las críticas suelen ser
bien acogidas. En este caso, sea cuál sea la intencionalidad de la misma
la visión de los demás puede enriquecernos y darnos un enfoque nuevo.
Pueden tenerse en cuenta para ese momento o momentos futuros, donde se
tenga la ocasión para incorporar los cambios que estén relacionados.
Algunas sugerencias para recibir adecuadamente la crítica son:
-
Estar receptivos y abiertos. A veces duele reconocer nuestros errores,
pero esa sensación no debe cerrarnos al aprendizaje.
-
Si
es posible, escribirla o recibirla por escrito, para tenerla tal cuál se
nos dio en el momento en que vayamos a trabajar ese aspecto.
-
Si
no comprendemos bien lo que se nos dice, pidamos ejemplos ilustrativos
de esa conducta.
-
Es
idóneo que las críticas se reciban por varias personas conocidas o con
las que nos relacionamos en un entorno concreto, precisamente para
obtener una visión completa y para que nos sea más fácil detectar estos
puntos de mejora de nuestras acciones o, en su caso, reforzar nuestra
conducta.
Las
empresas buscan feedback de sus clientes, porque saben lo importante que
es recibir de su mercado la opinión que puede ayudarles a progresar en
sus productos o servicios. Con los empleados, también con vistas a la
mejora del clima laboral, se utiliza el feedback 360º en las distintas
áreas que componen la compañía y en todas las direcciones de los
distintos niveles jerárquicos.
En
definitiva, las críticas constructivas podemos considerarlas como “una
foto fija” de uno o varios hechos o aspectos concretos, realizada para
optimizar nuestras acciones y relaciones con los demás, y como tal, no
nos definen como personas.