Quizás la diferencia
más clara es que el nuevo
management no contempla jerarquías ni
posiciones de liderazgo, sino que propone potenciar el trabajo en equipo
y desarrollar las capacidades e intereses de cada individuo, para que de
esta forma entregue valor a la empresa o institución en que trabaja. Se
trata de alinear los intereses de la persona, la empresa y la sociedad,
versus la maximización de los beneficios para los accionistas, que es lo
que enseñan algunas teorías de gestión tradicional.
"El
management
[tradicional] ofrece modelos, conocimientos del
pasado y estándares que son aplicables a todos, sin tener en cuenta las
características individuales ni de la sociedad emergente, mientras que
el nuevo management
construye personas y ofrece un aprendizaje innovador y eficaz preparando
a las personas en aspectos no técnicos y potenciando sus propias
capacidades e intereses", señala la española Carmen Fiestas, una de las
precursoras de este concepto.
Esta especialista en
formación empresarial sostiene que las instituciones educativas muchas
veces plantean modelos que después no pueden incorporarse
profesionalmente justamente porque no parten desde las motivaciones
personalizadas y considera que una de las mayores falencias de la
formación tradicional de
business managers es que los contenidos
sociales no se profundizan lo suficiente. "Hace falta incorporar
programas para revisar la visión, tanto de la idea original de negocio y
administración, como de la forma de percibir de qué manera los cambios
sociales intervienen en sus decisiones y en su cuenta de resultados. Es
decir: más preparación en ciencias humanas y sociales", dice Fiestas.
Javier Marzal, autor de
El libro del talento (2008)
y de varios artículos sobre este tema, considera que lo que hace falta
es una preparación psicosocial adecuada, y que "el entorno académico no
puede -y probablemente no debe- proporcionar una solución completa", lo
que explicaría que no sean las escuelas de negocios las que preconicen
esta nueva cultura empresarial.
"Las personas y
organizaciones que estamos preparando a los profesionales tenemos que
suplir las carencias del sistema educativo, potenciar la apertura y
flexibilidad mental así como las capacidades individuales, reducir las
autolimitaciones, fomentar la emprendeduría y construir los diferentes
tipos de talento para la innovación, visión, pensamiento y actuación
sistémicos", concluye Fiestas.
Ahora bien, hablar del
"fin de la era del
management tradicional" puede sonar
exagerado, pero para nadie es un secreto que las escuelas están
evaluando lo que se ha hecho mal hasta ahora con miras a mejorar los
programas y las teorías de gestión tradicionales. No son pocas las que
han incorporado contenidos de tipo humanista y social, y el debate sobre
la importancia de la ética, el gobierno corporativo y la responsabilidad
social está más presente que nunca. Y en este contexto, esta propuesta
de alinear los intereses de las personas, las empresas y la sociedad no
suena descabellada. Solo queda por ver si las escuelas harán cambios
fundamentales en la formación de los ejecutivos ahora que la crisis puso
en evidencia algunas carencias de la élite ejecutiva y su formación.