Esclavos de errores fundamentales
Podemos
aprender de nuestros éxitos, aunque tal vez la fuente donde tenemos
mayor margen de crecimiento sea aprender de nuestros sesgos y errores
para darnos la oportunidad de evolucionar a causa de ellos.
En las empresas y organizaciones así como
en la sociedad en su conjunto, el ritmo dinámico y la incertidumbre, la
gran cantidad de información que manipulamos y nuestra interacción con
los demás, obligan a prestar atención a nuestros automatismos para que
no ignoremos aquello que puede mejorar nuestros patrones cognitivos. No
solamente conformarnos con eso, sino también activar planes que hagan
posible el cambio.
Las personas intentamos comprender,
controlar y predecir los acontecimientos que les importan. Para ello,
tras la observación del suceso y su interpretación, asignamos una
explicación o inferencia (deducción o interpretación) de las causas
o resultados que pueden tener origen en el ambiente o situación, ser la
consecuencia de la conducta de uno mismo (autoatribución), de otros
(heteroatribución), o de múltiples causas si actúan conjuntamente. Este
proceso está muy relacionado con la forma en que percibimos las cosas.
(Véase artículo publicado aquí “Cuidado con las primeras impresiones”,
Carmen Fiestas – 2010).
Sin embargo, las investigaciones
realizadas en este campo de las explicaciones que atribuimos a los
acontecimientos (Kelley - 1972, Heider - 1958), han demostrado que
pueden ser erróneas o sesgadas muchas veces, ya que se incurre en
distorsiones sistemáticas. Existen errores o sesgos de diversa
índole:
·
Error fundamental
de la atribución: Son aquellos producidos por
la tendencia a sobrevalorar, ignorando factores determinantes de la
situación. Por ejemplo: Si una mujer no ha realizado bien su trabajo,
tendemos a atribuirlo a que es perezosa, cuando a lo mejor se trata de
un exceso de cargas familiares.
·
Infrautilización de
la información de consenso: Los que se
producen por no dar valor a determinadas fuentes de información
consensuadas, y seguir buscando otras fuentes de información adicional.
·
Falso consenso:
Es la tendencia a considerar que los demás reaccionan igual como uno
mismo en la misma situación, que es la forma general de actuar. Hacer
atribuciones sobre el comportamiento de los demás basándonos tan sólo en
una pequeña muestra de personas con las que se está en contacto o muy
similares a nosotros.
·
Atribución
defensiva: Relacionados con la atribución de
responsabilidad en un acontecimiento negativo. Por ejemplo, en un
accidente de tráfico si el conductor se parece personalmente a nosotros
y la responsabilidad del accidente no está clara, tendemos a culpar a
los factores situaciones antes que al conductor. Si esto le sucede a
alguien que no nos cae bien la tendencia es a responsabilizarle a él y
no a otras causas.
·
Atribución
favorecedora del yo: Por cómo atribuimos el
éxito y el fracaso. Tendemos a considerar que los éxitos se deben a
factores internos propios, y los fracasos a causas externas. Por
ejemplo, una persona que suspende un examen tiende a decir que ha sido
porque era muy difícil, en lugar de decir que no se había estudiado lo
suficiente.
·
Efecto actor-observador:
La tendencia a hacer atribuciones asimétricas en función de que quien
realiza la atribución sea el actor del acontecimiento o el observador
del mismo. Esto se refiere a la tendencia a ser más imparcial cuando se
observa a otro haciendo algo que cuando es uno mismo el que lo hace.
Estos errores suelen responder a un patrón
que tenemos ya aprendido, para ser efectivos en nuestra interrelación
con los demás y los objetos, quedan automatizados y recurrimos a ellos
de forma inconsciente aplicándolos en todas las dimensiones donde
interactuamos.
En las empresas u organizaciones también
se dan sesgos y errores de distinto origen, ya que aunque el entorno
profesional se basa en unos objetivos establecidos por la empresa, son
gestionados por personas y por la interrelación de éstas, así como por
múltiples decisiones que a veces se derivan de inferencias sesgadas,
también por procedimientos y sistemas de control a veces, poco realistas
o irracionales, además de por cómo influyen o inciden en ellas los
aspectos societales y ambientales:
-
Por
la procedencia de los errores de las propias personas que la
componen.
-
Por los errores que se refieren a
las normas y procedimientos de actuación de la empresa, o en la
aplicación de las mismas.
-
Por factores ambientales o externos
a la empresa.
-
Por la interrelación con personas,
internas y externas a la empresa.
-
Por
una combinación de las anteriores.
La cultura psicosocial es imprescindible
dentro de las organizaciones, aunque ya la psicología se incorporó en
esta dimensión social de forma parcial y se ha centrado en áreas de
reclutamiento o de los RR.HH.; es conveniente ir más allá de la
formación recibida y de la cultura heredada. Es necesaria la revisión de
los “automatismos”, revisar los enfoques y ampliar los supuestos que
contienen las culturas empresariales.
“No seamos esclavos de nuestros errores”,
es con esta intención que hoy te escribí mi artículo.
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