Aprendizaje emocional
Las
emociones y estados emocionales descontrolados salen muy caros a los
individuos y a la sociedad en su conjunto, debido al desconocimiento en
la gestión emocional.
Todas las personas, en cualquier momento,
podemos percibir algún cambio en nuestro entorno o en nuestra dimensión
personal que produzca una respuesta emocional. Las emociones son
procesos psicológicos que nos preparan para adaptarnos y responder al
entorno. Es algo cotidiano y presente en nosotros pero que, sin
embargo, la mayoría de las personas no saben gestionar y a menudo
entender por qué les afectan hasta el punto de alcanzar un determinado
estado emocional del que no saben como salir, o que al experimentarlas
se altere su comportamiento y en consecuencia sientan algo desagradable.
Me estoy refiriendo a determinadas
emociones, dentro del amplio espectro de las mismas que podemos
manifestar, que limitan nuestras capacidades y nos hacen pasarlo mal,
nos perjudican, aquellas cuyos efectos más desagradables requieren el
empleo de recursos que permitan gestionarlas satisfactoriamente
mitigando dichos efectos y que normalmente son las que duran más, o son
más urgentes o requieren nuestras acciones para aliviarlas. Por otro
lado, cualquier emoción cuando sobrepasa un umbral de potencia, nos
produce un descontrol emocional y también nos perjudican.
Entre otros autores, Wundt (1896), define
el carácter tridimensional de la emoción formado por tres ejes, que a su
vez son bipolares (Frijda, 2001):
-
“Valencia
afectiva: Va de lo agradable a lo desagradable -del placer al
displacer-, y permite diferenciar las emociones en función de que
su tono hedónico sea positivo (las que experimentamos cuando
alcanzamos una meta) o negativo (las que se experimentamos cuando se
bloquea una meta, se produce una amenaza o sucede una pérdida).
Estas emociones requieren la movilización de importantes recursos
cognitivos y comportamentales, para ser empleados en la creación y
elaboración de planes que resuelvan la situación.
-
Activación:
Va de la calma al entusiasmo, y permite diferenciar las emociones
por la intensidad de los cambios fisiológicos entre las condiciones
de tranquilidad o relajación, y el de extrema activación o pánico
incontrolable.
-
Control:
Va del extremo controlador de la situación, al extremo contrario de
controlado por la situación, y permite diferenciar las emociones en
función de quién ejerza el dominio: la persona o la situación
desencadenante.”
La percepción se produce a través de
nuestros sentidos. Esas emociones y estados emocionales perjudiciales
se producen por una evaluación incorrecta de la situación percibida. En
ambos casos, el origen son valores incorrectos, bien por sobrevaloración
o infravaloración de las creencias que subyacen a esos patrones de
valoración, son aspectos subjetivos que empleamos partiendo de la
experiencia y de anteriores aprendizajes.
Por ejemplo, la vergüenza
aparece si la persona se siente fracasada cuando cree en alcanzar un “yo
ideal”; o puede sentir culpa si cree transgredir una norma
moral, o celos si siente resentimiento contra una tercera
persona por el miedo a creer que pierde (o haber perdido) el apoyo o
afecto de otra; o ira si cree que ha recibido una ofensa
hacia ella o hacia personas muy cercanas a ella; o tristeza
si cree que una pérdida es irrevocable (o lo es en realidad).
Las personas suelen carecer de aprendizaje
para gestionar sus estados emocionales; en estos casos, es conveniente
que sepan que existen profesionales: psicólogos o coaches, que les
pueden ayudar no sólo a gestionarlos puntualmente, sino a que obtengan
recursos personales para que luego, ellas mismas, sepan como planificar
las acciones más convenientes para mitigar los efectos emocionales
dañinos. El que, además, esto les va a proporcionar el aprender a
conducir las riendas de su propia vida no quedando tan expuestos a la
“sorpresa” de situaciones que puedan afectarles.
Las emociones y
estados emocionales descontrolados salen muy caros a los individuos y a
la sociedad por las enfermedades que comportan, así como a las
organizaciones; tanto por el ausentismo laboral como por la toma de
decisiones incorrectas, ansiedad, estrés negativo o distrés,
frustración, depresión, agresividad, bloqueos, problemas de
comunicación, etc., lo que influye como consecuencia en la baja
productividad.
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