Gestión de la influencia.
Aprender sobre los mecanismos que intervienen en la gestión de la
influencia es clave para manejarse en la complejidad.
La Era de la información en la que estamos
inmersos requiere que nuevos enfoques desplacen a ciertos hábitos y
costumbres adquiridas que estaban basadas en unas creencias concretas
sobre la visión del mundo, así como de las personas. La Ciencia y la
Tecnología nos están aportando conocimientos relevantes, sobre todo
desde mediados del siglo pasado que comenzaron en la 2ª mitad del siglo
19, que no podemos ignorar.
Estos nuevos conocimientos están
desplazando viejas creencias que todavía siguen activas en nuestras
conductas o en nuestra forma de gestión pero que de alguna manera nos
dificultan o perjudican, en los diversos ámbitos o situaciones de
nuestra vida. El nuevo conocimiento es el que Nuevo Management intenta
trasladar de una forma aplicada, facilitando una comprensión de los
mismos que acelere el cambio y permita a las personas una mejor eficacia
y satisfacción en su gestión personal, (intra e inter personal, de
naturaleza individual), además de su gestión profesional y societal.
Una de las vías convenientes de
autoconocimiento que conducen a una mejor compresión para interactuar
dentro de la complejidad que exigen los distintos entornos o ámbitos en
los que interactuamos en nuestra vida, es lo que definió muy bien Gordon
W. Allport (1897-1967) como “presencia real, imaginada o implícita de
otros”.
¿Por qué referirse a la
“presencia” de los otros al referirse al autoconocimiento?
Porque la influencia de los demás está presente de una u otra forma en
nuestros procesos cognitivos más de lo que nos pensamos y la tenemos muy
en cuenta, aunque a veces no seamos conscientes de ello, del mismo modo
que nosotros influimos en los demás.
Presencia “real”:
Es la que se refiere a la “presencia física” de otros. Por ejemplo, una
persona que actúa ante una audiencia. Esto puede influir consiguiendo un
mejor rendimiento en la audiencia y en otros casos lo empeora. Dentro de
este tipo de presencia se distingue la co-actuación, que se refiere a
realizar alguna actividad en compañía de otros; por ejemplo, hacer
spinning (pedalear en una bicicleta estática) en compañía de otras
personas. Está comprobado que cuando la tarea que se hace en compañía no
es muy compleja, se consigue mayor rendimiento que solo; sin embargo si
la tarea requiere concentración o es muy compleja el rendimiento es
menor que solo.
Presencia “imaginada”:
Este tipo de presencia se refiere a la “representación mental de los
otros”, en como manejamos la representación que hacemos ante los demás o
como la percibimos. Un ejemplo sencillo es lo que conocemos como “el que
dirán” que influye a muchas personas de forma que pueden modificar su
comportamiento o toma de decisiones en base a ello. Lo peor de esto, es
que ese comportamiento basado en “el que dirán” es lo que nosotros
imaginamos que pensarán o esperan de nosotros, pero que generalmente
luego nunca coincide. La presencia “imaginada” es la antesala de muchos
procesos relacionados con la percepción, la memoria, los prejuicios,
estereotipos, etc.
Presencia “implícita”:
Para recibir la influencia de otros no es necesario
que físicamente estén presentes, basta con que estén sus productos. Por
ejemplo, las normas sociales, el status, el poder, las modas, las
instituciones, etc. Nos comportamos en muchas ocasiones obedeciendo de
forma automática, porque tenemos asumidos ciertos comportamientos o
normas sobre “cómo hay que ser”, “cómo hay que vestirse”, “cómo hay que
tratar a un jefe”, por ejemplo. También la presencia implícita puede
darse a la par que la imaginada, como sería el caso de un niño que ve en
una película a “Superman” y luego lo imitará en sus juegos o yendo más
allá, en algunos comportamientos que puede adoptar. Se ha comprobado que
existe correlación en que los niños que ven imágenes agresivas y su
comportamiento posterior agresivo.
Existen procesos de naturaleza
individual, que tienen lugar dentro del individuo que proporcionan
la interpretación, explicación y evaluación que hacemos sobre la
información que obtenemos del entorno y que puede traducirse después en
un determinado comportamiento o en la formación de un esquema mental
concreto que nos servirá como referencia. En dichos procesos interviene
la influencia recibida de los otros de forma implícita, real e
imaginada.
Otros procesos son de naturaleza
interpersonal. Pueden surgir de la relación misma, a lo que se
denomina emergentismo; por ejemplo, una relación íntima o de
pareja; para diferenciarlos de los grupales que suelen tener una
estructura y organización definida, normalmente por la asignación de
roles entre los componentes del grupo. Como ejemplos podríamos mencionar
una familia, un equipo deportivo, etc.
Los procesos de naturaleza social
son los que más capacidad de influencia tienen en las relaciones entre
personas, forman parte de ella las estructuras sociales de estatus,
poder, costumbres, cultura, etc.
Los procesos de naturaleza biológica.
Son procesos que suceden en nuestro organismo, como sustrato biológico
del que estamos hechos, que pueden ser causa de comportamientos o que
pueden influir en ellos. La presencia de los demás también nos influye
en el organismo, bien sea como hábitos que potencien nuestra salud, como
lo contrario, por ejemplo.
Muchas veces, la motivación o la capacidad
que tenemos en ciertas situaciones pueden ser fruto de las diversas
influencias mencionadas sobre la presencia real, imaginada o implícita
de otros. En algunos casos pueden ser el motor de las mismas y en otras
pueden ser el factor que limita mejores resultados, básicamente por su
aspecto no consciente.
El aprendizaje para tu mejor gestión
influirá en la mejor gestión de los otros.
Referencias
bibliográficas:
Elena Gaviria
Steward et al. (2009).
Introducción a la Psicología Social. Madrid: Uned
Allport,
G. W. (1954, 1968, 1985.)
The historical background
of Social Psychology. En G. Lindzey y E. Aronson (Eds.), Handbook of
Social Psychology (3ª ed. Vol. 1) Nueva York: Random House
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