Conoce tu ambiente.
Carmen Fiestas y Javier Marzal, 10-03-2011. Artículo en PDF
Conocer el ambiente que nos rodea es la clave para comprender nuestra
posición en él y obtener información valiosa donde poder intervenir para
producir cambios efectivos.
En diversos
artículos nos hemos venido refiriendo a distintos procesos relacionados
con las personas y algunos de los ámbitos en los que éstas se
relacionan: intra e interpersonales, organizacionales y societales. En
esta ocasión haremos referencia al ambiente como conjunto complejo de
factores que influyen y a veces determinan esos procesos mencionados.
No podemos
separarnos o aislarnos de los entornos donde ejercemos toda nuestra
actividad exterior, e incluso a nivel de procesos mentales internos está
presente de forma implícita la influencia de dicho ambiente, como es el
caso de la cultura por poner un ejemplo, o la situación socioeconómica
-crisis- que tienen un gran peso específico sobre nuestras motivaciones
y decisiones.
Si relacionamos la
crisis actual con el ambiente, nos daremos cuenta que tenemos que
sobrevalorar muchos aspectos respecto a ponderaciones anteriores, así
como dar una menor importancia a otros que en su momento eran
principales. Una crisis siempre conlleva un cambio de valores y de
prioridades. Todas las crisis nos obligan a pensar sobre los hábitos y
costumbres que manteníamos por inercia, que a menudo eran perjudiciales.
Es destacable que gran parte de nuestros hábitos los hemos creado por
imitación de lo que otros han hecho, sin cuestionarnos su posible
beneficio individual y colectivo. En este sentido, las épocas de crisis
nos obligan a realizar nuevas adaptaciones, a eliminar algunos hábitos y
costumbres perjudiciales creando otros nuevos con la intención de que
sean beneficiosos.
Las
crisis, en general, ponen de manifiesto la insostenibilidad de los
sistemas, lo cuál favorece la disminución de la resistencia al cambio y
de la inercia. Este ambiente de cambio fomenta las mentalidades
emprendedoras e innovadoras movilizando la creatividad, en consecuencia,
se aumenta la proactividad y se reduce la reactividad como respuesta.
Este ambiente también produce más proyectos de cambio y de mayor calado.
Por ello, se fomenta el liderazgo en detrimento de los sistemas
orientados a conservar lo existente: estructuras altamente
jerarquizadas, sistemas de mando y control, etc. Generalmente, los
dirigentes no lo tienen suficientemente en consideración por creer que
es la inercia y el poder que ejercen los que tienen más influencia que
el ambiente.
En otro orden de
cosas, el ambiente es también el conjunto de relaciones que mantenemos
con otras personas, por tanto, del mismo modo, nosotros formamos parte
de su ambiente. Esta condición permite que al interactuar con ellas
podamos influenciarnos mutuamente, siendo relaciones beneficiosas si
existe homeostasis o equilibrio en la función que cumplen. Muchas
relaciones no guardan equilibrio ¿Lo guardan las tuyas? El equilibrio no
es una oposición al cambio, sino al contrario, a veces es preciso
realizar esos cambios para alcanzar el equilibrio que redunda en
costumbres saludables; por ejemplo, en la práctica del respeto hacia los
valores, en el uso adecuado de la comunicación, en el saber escuchar, en
la crítica constructiva, en la coordinación de acciones, en la correcta
gestión emocional, etc.
El ambiente incide
en todos nuestros contextos y ámbitos, va más allá de lo que
consideramos un entorno físico o cultural, es una amalgama de factores
influyentes en nuestros resultados, es por esta razón que sería
conveniente prestarle mayor atención, conocerlo mejor para conseguir
activar las múltiples palancas que éste nos abre al mundo de las
posibilidades.
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