Sobre desaprender...
Algunos conceptos que se ponen de moda,
como “desaprender” tienen un gran éxito pero pueden llegar a confundir a
sus seguidores por ser incorrectos.
En la Era de la Información ha cobrado mayor relevancia el aprendizaje
como símbolo del cambio y del progreso, como una necesidad para
modificar la herencia de aquellos procesos, sistemas y modelos mentales,
que quedan obsoletos ya que no se adaptan a las actuales exigencias
sociales, empresariales y personales.
Podemos encontrar abundante literatura actualmente orientada al cambio,
al aprendizaje y al “desaprendizaje”. Alvin Toffler menciona:
“Los ignorantes del siglo 21 no son aquellos analfabetos que no saben
leer ni escribir, son aquellos que no saben aprender, desaprender y
reaprender”. Se utiliza el término desaprendizaje refiriéndose a
olvidar y dejar en desuso comportamientos, patrones, cogniciones y todo
aquello que fue aprendido sin cuestionamiento previo, que tal vez
tuviera sentido, o no, en algún contexto pasado pero que hoy es
impertinente. Incluso, hay quienes abogan por desaprender primero para
poder aprender después. Desde mi punto de vista, es un uso desafortunado
e incorrecto llamar desaprender a producir cambios, o a sustituir un
conocimiento, comportamiento o cualquier aprendizaje por otro.
Nuestro cerebro es un órgano extraordinariamente dinámico en relación a
su interacción permanente con el ambiente así como con las experiencias,
actos del sujeto y hechos psíquicos. Para hacernos una idea aproximada
de ello, si tenemos alrededor de 100.000 millones de neuronas y se sabe
que cada neurona puede integrar entre 10.000 y 15.000 conexiones con
otras neuronas y/o células gliales, significa que constantemente el
número total de conexiones o inhibiciones entre nuestras neuronas es muy
elevado. Cada vez que aprendemos nuestro cerebro realiza nuevas
conexiones, así con el entrenamiento de dicho aprendizaje conseguimos
que la experiencia se almacene en nuestra memoria, a corto medio o largo
plazo, dependiendo del tiempo destinado a repetir ese aprendizaje. Esta
propiedad de las neuronas para comunicarse se denomina plasticidad
neuronal, neuroplasticidad o plasticidad sináptica y es la que modula
nuestra percepción dejando una huella que modifica la percepción de lo
siguiente. Para ello, están involucrados los receptores NMDA (acrónimo
de N-metil D-aspartato) del hipocampo, siendo los principales
componentes para que se produzca el proceso de plasticidad neuronal y,
por tanto, el aprendizaje y la memoria.
Por todo ello, cuando utilizamos un nuevo comportamiento o pensamiento,
o cuestionamos nuestra comprensión acerca de cómo son las cosas, las
personas o nosotros mismos, estamos generando nuevas conexiones, y
cuando dejamos de hacer uso de ellos inhibimos otras. No existe el
desaprendizaje, existe la experiencia. La experiencia puede ser nueva o
puede ser conocida. Cuando comprendemos que queremos cambiar algún
aspecto ya estamos dando lugar al aprendizaje, pero será la práctica
(entrenamiento o repetición) del mismo, real o a veces imaginada, lo que
posibilitará que nuestra memoria lo fije a corto, medio o largo plazo.
Algunas personas y organizaciones creen que cambiar no es posible. Sin
embargo, como se ha mencionado, nuestro cerebro tiene esa cualidad y
constantemente hace uso de ella. Cuando tomamos una decisión, por
ejemplo, lo que hace nuestro cerebro es inhibir en sus neuronas un
posible acto o comportamiento y conectar otro. Todo requiere su tiempo y
su entrenamiento para consolidar aquellos cambios que deseemos
incorporar. Nuestro cerebro está preparado para hacerlo.
Las experiencias pasadas erróneas, negativas o comportamientos que
queramos modificar, no los vamos a desaprender, pero podemos obtener el
aprendizaje correcto de nuestra experiencia y dejar de usar lo que no
nos convenga. En nuestra memoria queda la huella. Cuando revisamos
nuestro pasado, aquellas experiencias menos positivas, si le damos una
comprensión correcta y actualizada, estamos posibilitando que dicho
pasado deje de ser negativo y se convierta en un aprendizaje
constructivo y quede así de nuevo fijado en la memoria.
He querido ofrecer este punto de vista basado en conocimientos de
nuestra biología y psicología, para que podamos aprender correctamente
sobre lo que es aprender. A veces, estos conceptos marketinianos tienen
un gran éxito, pero pueden llegar a confundir a sus seguidores, como ha
pasado también en muchos conceptos utilizados en libros de autoayuda,
que difunden grandes incorrecciones y, por tanto, pueden influir
negativamente a los lectores a no ser que se ponga en práctica el
cuestionar todo tipo de conocimiento.
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