Recuerdo un curso en el que participé sobre Marketing,
presidido por Joost van
Nispen, fundador y presidente del Instituto de Comercio
Electrónico y Marketing Directo (ICEMD-ESIC Business Marketing
School). De ahí la inspiración para escribir este artículo ya que
es adecuado para trasladar a los lectores la idea principal de mi
reflexión.
Como proyecto final del curso debíamos presentar el
lanzamiento de un producto de amplia aceptación en el mercado y
donde la competencia era uno de los puntos más importantes que
desbancar para el éxito de la campaña. Diferentes equipos
presentamos nuestros respectivos proyectos y enfoques. El equipo
en el que yo participé, consideramos que nuestro hándicap frente a
los demás equipos consistía en que nuestra actividad profesional
era bastante diferente del proyecto objeto de estudio, por lo que
aun teniendo el conocimiento técnico adquirido en el curso no
destacábamos especialmente en esa cuestión. Otros equipos eran
mejores que nosotros técnicamente. Esto inicialmente nos produjo
algunos errores teóricos en el desarrollo del proyecto, sin
embargo, después nos dimos cuenta que al no ser esclavos del
conocimiento pudimos ser más creativos. Nuestro equipo consiguió
los mejores resultados, nuestro proyecto fue el que conquistó a
nuestro “tribunal”.
Recuerdo muy claramente los puntos que permitieron nuestro
éxito. Voy a compartirlos con vosotros ya que fueron la clave de
que nos compraran a nosotros antes que otros proyectos mejor
elaborados técnicamente que el nuestro. Estos puntos han sido una
constante que he aplicado en cualquier labor o proyecto
profesional, con los que generalmente he obtenido resultados
extraordinarios.
El primer paso fue reconocer en nuestro equipo las
capacidades (fortalezas) y debilidades de cada uno de nosotros,
con lo que pudimos hacer un reparto de las diversas funciones y
tareas acordes a cada uno, adjudicándonos el trabajo que mejor
podíamos realizar individualmente.
El segundo paso consistió en pensar en común cuál iba a ser
nuestra idea central y diferenciadora de la competencia a la hora
de comercializar el producto. Nos decidimos por una idea que
transmitiera cuidado ecológico del planeta, algo que por aquellas
fechas (década del 90) era poco habitual, destacando las
cualidades del producto en ese sentido e incorporando slogans,
mensajes publicitarios y marca en línea coherente con la
orientación ecológica que era la idea principal.
Tercer paso: Una vez desarrollada la campaña, nuestra
presentación, imagen corporativa y desarrollo del proyecto cumplió
nuestro mejor control de calidad.
Cuarto paso: La puesta en común del trabajo realizado de
forma individual dentro del equipo. De esta forma, se juntaron
todas las piezas del rompecabezas que cada miembro había elaborado
y pasaba a formar parte del bien común del equipo. Así, cada uno
de nosotros tenía la visión global del proyecto y podía participar
en corregir, alinear e integrar aspectos que de forma individual
pudieron pasar desapercibidos.
Quinto paso: La presentación del proyecto al posible
comprador. En nuestro caso, diferenciándonos del resto, asistimos
todo el equipo al completo. Tras mi presentación de cada miembro
del equipo y de su aportación, fuimos
uno a uno explicando qué
habíamos creado, el para qué de cada decisión, objetivo de la
misma, costes, etc.
Lo que convenció de nuestro producto final no fue solamente
nuestro conocimiento, como dije al comienzo, sino que fue un
ingrediente que acompañó cada uno de los pasos que he descrito
para elaborar el proyecto y presentarlo al cliente. El ingrediente
que convenció fue nuestra pasión junto con nuestra creatividad
unida al acierto de la idea de la campaña.
La pasión que vivió cada miembro del grupo en lo que hizo,
no solamente el interés y entusiasmo por hacerlo bien. Me refiero
a la ilusión que depositamos al participar en el trabajo descrito,
añadida a la racionalización con la que dimos forma a nuestra idea
y que supimos trasladar al comprador,
quien dijo que no solamente
le había convencido el acierto de la idea de la campaña, incluso
conteniendo algunos errores de forma, pero fue tal la ilusión y
pasión depositada en el proyecto que había quedado contagiada por
ella. El cliente dijo: “Si además de invertir una suma de dinero
tan grande en esta campaña voy a disfrutar con pasión del proyecto
lo compro antes que cualquier otro”.
El cliente se percató del alto compromiso de nuestro
equipo, nuestra alta creatividad, con personas diferentes capaces
de buscar posibilidades realmente novedosas.
Existe la creencia de que la creatividad posee pasión, pero
no siempre se traslada esa pasión al punto final, al proyecto
elaborado.
El ser capaz de invertir pasión en lo que hacemos, de
principio a fin, sin abandonar la racionalidad,
no de forma descontrolada
como puede interpretarse también este término, sino llevándola más
allá de lo conocido, de las reglas, de lo esperado y entrando de
lleno en el mundo de las posibilidades, es propio de la
innovación.
La pasión es esta cualidad impulsora que te mantiene
pensante en el proyecto a cualquier hora y en cualquier lugar,
sacándote de la zona de confort, para que se produzca esa chispa
de la que nace la creatividad.