A pesar de que cada vez existe más conocimiento acerca del
funcionamiento del cerebro, aún quedan muchas incógnitas que
despejar acerca de cómo funciona la mente humana.
Muchas respuestas acerca del por qué y cómo se originan
nuestros comportamientos, nuestros pensamientos, nuestras
emociones y estados de ánimo, entre otras actividades y funciones
mentales, las encontraréis
en nuestros artículos anteriores y futuros, ya que considero que
algunas nociones básicas nos permiten interactuar en nuestras
capacidades liberándolas o potenciándolas, aportando recursos a
quienes quieren leernos, así como una mejor comprensión de sí
mismos y de los demás. La finalidad, para quienes por primera vez
nos leen, forma parte de una misión mayor, que es la que
constituye
Nuevo Management, concretamente, la de reconceptualizar y aportar modelos para
construir una nueva forma de crear, administrar y gestionar las
organizaciones alineando los intereses de las personas, empresas y
sociedad en su conjunto.
Para que todo ello sea posible, es imprescindible que cada
individuo tome conscientemente la responsabilidad de participar
activamente en su construcción personal, pues es el individuo
quien aporta de sí mismo el valor fundamental que permite que
nuestras sociedades y empresas (a nivel personal y colectivo)
avancen hacia el progreso de todos, modificando la cultura que nos
influencia y nos refleja, para que ésta sea acorde a la Era que
vivimos actualmente, donde ya no sirven antiguos modelos.
Hoy en día, todavía se considera por la mayoría, que la
inteligencia de las personas es el factor que más incide en la
cualificación a la hora de determinar su capacidad mental, su
posible talento. Las inteligencias múltiples, aportadas
originalmente por Gardner, ampliaron el concepto tan estático y
cerrado sobre la inteligencia. Las publicaciones de Javier Marzal,
respecto al talento, también contribuyen a este conocimiento,
proporcionando un enfoque complementario que consiste en estudiar
el talento desde los resultados en lugar de desde las supuestas
capacidades, como lo hacen las inteligencias múltiples.
También nos hemos referido a los “modelos mentales” como
las representaciones mentales que tenemos de nosotros mismos y del
mundo que nos rodea.
En las últimas décadas, el coaching y otras disciplinas han
difundido el concepto de “observador”, que es como si tuviéramos
una persona en el cerebro que se dedicara a observarlo todo,
incluidos a nosotros mismos; con la misma atención y objetividad
que observamos aquello que nos interesa.
En la misma línea que el “observador” podemos introducir el
concepto de “interprete”, como un ente imaginario que se ocupa de
comprender (interpretar) el significado de todo aquello que
conforma nuestra experiencia habida (memoria) o por haber
(percepciones).
Pues bien, detrás de mi experiencia en el estudio y
asistencia a personas que
quieren alcanzar diversos objetivos personales y profesionales, he
podido constatar que para la obtención de resultados
satisfactorios es necesario, la mayoría de las veces, conocer e
interactuar con ese “intérprete” que todos tenemos. El
“intérprete” es quien nos da acceso a conocer las creencias que
conforman el modelo mental de cada persona.
Igual que un intérprete de idiomas, que cuanto mejor
conozca el idioma a través del lenguaje y su significado mayor
precisión empleará en sus traducciones, en el “intérprete mental”
también es preciso revisar y ampliar la forma de ver las cosas,
cuestionando la utilidad de aquello que se aprendió y no ha sido
actualizado, de patrones obsoletos o que hacen de freno al uso de
las capacidades; es decir, es clave para abrirnos al mundo de las
posibilidades.
Debido a la diversidad de motivaciones, unas personas
desarrollan competencias más relacionadas con el “intérprete” que
otras más motivadas con el mundo de las sensaciones, sea como
proveedor o como consumidor de las mismas.
Por ejemplo, en el mundo artístico predominan las
motivaciones relacionadas con la expresión emocional y por tanto,
de las sensaciones. Pero en el mundo organizacional se necesitan
personas que desarrollen competencias relacionadas con un
“intérprete” revisado. En mi opinión, en el mundo organizacional y
otros ámbitos de la sociedad, predomina el interés por ciertas
sensaciones y emociones precisamente derivadas de un mal uso del
“intérprete”, o de un intérprete que requiere un reciclaje, lo
cuál obstaculiza la obtención de los mejores resultados.
También he encontrado personas que en su profesión su
“intérprete” está actuando correctamente y, sin embargo, en su
vida personal su motivación está más orientada a las sensaciones y
guiada por sus emociones de forma predominante.
De ahí se explica el por qué, a medida que en las personas
se produce una revisión y actualización de su intérprete,
consiguen obtener recursos para resolver contradicciones y
bloqueos que redundan en su beneficio: mayor bienestar
biopsicosocial y consecución de logros. - Esto no significa que
ser más o menos emocional sea más o menos positivo, sino que
muchas veces nuestras sensaciones y emociones actúan
inadecuadamente por una nula o incorrecta gestión del
“intérprete”-.
La cultura y gran parte de la formación incide en el
conocimiento heredado, pero aún hace falta que la preparación de
las personas y sobretodo, la preparación de la visión de nuestro
“intérprete”, sea algo que nos pudieran facilitar, de forma
revisada, desde las distintas influencias sociales: académicas,
mediáticas, políticas, empresariales, e incluso cinematográficas y
musicales.