Las dependencias emocionales no
sólo se ciñen a las relaciones de pareja, ya que en otros ámbitos
como el profesional también pueden estar presentes por ser
conductas que siguen un patrón.
En el ámbito profesional
podemos encontrar relaciones dependientes, por ejemplo, en función
de la jerarquía. En las relaciones jerárquicas, es frecuente
encontrar abusos de poder por parte de una jerarquía de un nivel
superior en el organigrama hacia la de nivel inferior, y
viceversa. Es decir, en lugar de que la jerarquía sirva para tener
una mejor organización en las funciones laborales suele ocurrir
que el poder que ello otorga se emplea inadecuadamente generando
abusos de sus empleados. También hay personas que prefieren no
tener la responsabilidad de tomar decisiones y prefieren buscar
quien las asuma.
Estas conductas van asociadas a
muchas otras que son las conductas controladoras que sirven para
ejercer una manipulación emocional necesaria sobre el otro para
controlarlo, para ir anulando su autonomía y aumentando su
dependencia; o para invadirles intrusivamente a causa del apego
excesivo.
Algunos tipos de conductas
controladoras dominantes son:
El chantaje: Puede ser
emocional de forma que si no haces lo que te piden te sientas
culpable, o también de castigo, si no lo haces tendrás que pagar
por ello; por ejemplo: si no acabas hoy mismo este trabajo tendrás
que trabajar el sábado.
El menosprecio: En lugar de
centrarse en el resultado de la tarea se acude a un enjuiciamiento
negativo personal, incluso llegando al insulto y a la falta de
respeto; también utilizar comentarios sexistas o racistas en
función del género de la persona o su procedencia. Así se
menoscaba progresivamente el autoconcepto que la persona tiene de
sí misma, se la hace sentir que no sirve para nada porque no hace
bien las cosas.
Levantar la voz en exceso:
Levantar la voz es un signo de dominio y también de un posible
enfado. Muchas personas temen un enfrentamiento, temen disgustar
al otro, o creen que pueden molestar y les influye que les
levanten la voz de forma que acceden a permanecer calladas, a no
decir lo que piensan o a no enfrentarse. Generalmente, está
aceptado que un jefe grite a su empleado pero no a la inversa.
Algunas conductas controladoras
de apego son:
Vigilar o espiar: Ver que hace
el jefe todo el tiempo, controlar con quien habla, adonde va...
Obsesionarse más por lo que hace que por la tarea que te
corresponde hacer. Asegurarte de que tiene interés en ti, que te
considere imprescindible.
Evitar llevar la contraria:
Aunque el jefe se equivoque no ser capaz de decírselo.
Obtener el halago: En lugar de
obtener el mérito por una alta productividad o por la excelencia,
hacer “la pelota”, ser chivato incluso con tal de conseguir el
halago de tu jefe.
La dependencia es una manera
insana para obtener una falsa satisfacción, lejos de eso la
persona dependiente tiende a sufrir, a obsesionarse, contribuye al
autoengaño y a la autodestrucción.
En las empresas, sería
conveniente impulsar la interdependencia que fomenta la mejora de
la productividad y de la satisfacción, procurando eliminar las
conductas dependientes que conllevan a una baja productividad y a
la insatisfacción.
La dependencia genera
comportamientos improductivos, ya que las personas están enfocadas
a un alimento emocional más que a su tarea, genera relaciones
asimétricas, de poder y control en lugar de dirección y
organización, genera inseguridad, malestar y ambientes de trabajo
tóxicos, entorpeciendo el trabajo en equipo y la creatividad.
La interdependencia crea
relaciones simétricas, no basadas en las jerarquías sino en las
funciones y la participación de la diversidad, genera
autorresponsabilidad sinergia y creatividad, promueve el trabajo
en equipo y los logros compartidos, genera respeto y buen clima
laboral que redunda en mejores resultados y satisfacción.
La interdependencia es uno de
los principios del
Nuevo Management,
para obtener relaciones satisfactorias y no relaciones
destructivas como lo son las dependientes de orden emocional.