En plena Era de la información
seguimos arrastrando comportamientos y estructuras de Eras
anteriores que se resisten a desaparecer. Existe esta resistencia
no solamente por la necesidad de revisar las creencias y patrones
que la sustentan, individuales y colectivos, sino también porque
el poder que se deposita en manos de una minoría seguramente ha
sido excesivo y poco controlable por la mayoría, permitiendo que
la corrupción domine y destruya la finalidad del sistema para el
cuál fue concebido.
Hay sistemas y culturas que se
tienen que adecuar al siglo 21, sobretodo, aquellas organizaciones
de utilidad o al servicio de la sociedad. Nuestro planeta alberga
grandes diferencias no solamente culturales, sino también sociales
y económicas. La Ciencia y la Tecnología van por delante en muchos
países contrastando con la usurpación de los derechos e intereses
de la sociedad de muchos otros debido a la corrupción. La
globalización debería servir para limar estas diferencias entre
países al tener intereses más cercanos y compartidos gracias a las
posibilidades que nos ofrecen las comunicaciones y la información.
En esta Era de la información el
cambio frente a Eras anteriores precisamente es que el
protagonismo de la activación social y el progreso parte de sus
individuos y no de sus sistemas de poder. La idea de que la
sociedad está al servicio de sus gobernantes debe cambiar por la
de que son las organizaciones quienes están al servicio de la
sociedad. Mientras no se conciba plenamente esta idea se deberían
establecer suficientes organizaciones civiles que permitan el
control de la actividad de los gobiernos. Afortunadamente, cada
vez existen más asociaciones civiles que trabajan para que la
sociedad sea más justa.
Pero todavía quedan búnkers donde
residen aquellos que tienen intereses ilegítimos versus los
intereses alineados de las personas, empresas y sociedad. Ahí, en
esos bunkers, está la corrupción. El que ciertos individuos que
representan una sociedad se permitan hacer uso del poder concedido
para beneficiarse ellos u otros que no son del interés del
público. Ni siquiera está correctamente delimitada la frontera
entre lo que es público y lo que es privado.
Estos búnkers están bien
protegidos por leyes y estamentos que les amparan para que sigan
subsistiendo. También la existencia de ciertas condiciones
culturales fomenta la permanencia de la corrupción: la excesiva
tolerancia hacia la ilegalidad y hacia el gusto por los
privilegios, la normalidad en usar la mentira como pretexto, falta
de solidaridad o de actitudes proactivas sociales, la valoración
del individuo desde su economía y no desde su conocimiento, falta
de autorresponsabilidad y escaso conocimiento psicosocial, entre
otros.
Depende de cada uno de nosotros
comprender que tenemos la responsabilidad no sólo de cuidar de
nosotros mismos y tomar las riendas de nuestras vidas, sino
también de cuidar de nuestra sociedad saneándola de la podredumbre
que genera la corrupción. La corrupción nos hace mucho daño, no
sólo a nivel económico. Nos daña porque no se respetan nuestros
derechos como ciudadanos, contribuyentes no, constructores es
ahora la palabra adecuada, de la sociedad, nos daña porque es un
abuso institucionalizado y nos aleja del progreso y el desarrollo.
Hoy ya sabemos que la causa de la
crisis ha sido la corrupción y también sabemos que la corrupción
es el efecto de aquellos sistemas que fueron creados desde el
privilegio para unos pocos que tenían el poder de todos los demás.
La corrupción determina la decadencia de un sistema injusto. Y es
que la corrupción alberga diversos tipos de delito: extorsión,
soborno, fraude, tráfico de influencias, peculado, colusiones,
malas prácticas o falta de ética profesional; lo peor, es que el
mismo sistema judicial pone trabas para aplicar la ley,
aventajando al delincuente al que se le permite mentir y por lo
tanto, no atendiendo el interés de la sociedad. Actualmente, hacer
una denuncia va a ser como comprar un décimo de lotería, igual
tienes suerte y te toca un juzgado que aplica bien la ley o que es
operativo.
Es dudoso que en las democracias
representativas los gobernantes representen a los gobernados.
Lógicamente, cuando la seña principal de identidad de los
políticos es la corrupción, el sistema está deslegitimado porque
los gobernantes dejan de representar a los gobernados y
representan los privilegios ilegítimos de ellos mismos, en lugar
de representar el interés general.
En todos los ámbitos se afirma que
la falta de solución a los problemas del mundo deriva de la
corrupción política, igualmente existe consenso en que las
organizaciones internacionales (empresas, ONG’s y organismos)
forman parte de la solución a los problemas del mundo.
Nuevo Management
también forma parte de la solución de los problemas del mundo,
mediante la reconceptualización de la gestión y funcionamiento de
las organizaciones (públicas y privadas), alineando los intereses
personales con los intereses de la propia organización y de las
sociedades donde operan, que conlleva un cambio de conciencia y de
conducta personal.