Detrás de un aparente orden y
progreso nos encontramos con grandes amenazas que delatan que el
complejo sistema económico no guarda equilibrio. La elevada cifra
de desempleo, que fluctúa a la baja tan lentamente que parece
detenida y rígida con dificultades para descender
significativamente. El empleo ya no lo vivimos como una “conquista
social”, como ocurriera en otras épocas donde la mejora del nivel
de vida y la seguridad económica era protagonizada
por ideologías que promovían la lucha de clases entre
obreros y capitalistas. El empleo es un factor indicativo de una
economía en equilibrio, porque la empresa es creadora de riqueza.
El empleo hace notorio el dinamismo de nuestras sociedades.
¿Podrán seguir siendo dinámicas las sociedades con una economía
madura, como por ejemplo las sociedades europeas?
Pensar que los economistas más
entendidos nos van a dar una solución mágica o un método que
resuelva los problemas es ilusorio, aunque es lo que esperamos,
del mismo modo que creer
que el estado lo resuelva con la contención del gasto público o
con la subida de impuestos, que es lo que tememos.
Por paradójico que pueda parecer,
el emprendedor y la pequeña empresa es necesaria y es la posible
reguladora del desorden económico actual y para ello es preciso un
cambio de hábitos mentales, un cambio de las instituciones
económicas, realizar una profunda revisión de nuestras tradiciones
y favorecer las numerosas iniciativas que puedan tener lugar, para
entrar en otro mundo de posibilidades. Hay todavía muchas cosas
que hacer para mejorar nuestra vida.
Igual que es necesario que el
talento tenga lugar en las empresas, lo es para que el talento
tenga iniciativas y puedan ser viables y fomentadas por las
instituciones. En los últimos años se ha destruido empleo en las
grandes corporaciones y ha quedado minimizado este acontecimiento
por el sostenimiento de la pequeña y mediana empresa.
Por otro lado, la necesidad de
seguridad económica ha potenciado que el dinero salga de las
fronteras y sea escondido en paraísos fiscales. La corrupción ha
participado en el beneficio personal de unos pocos en detrimento
del sector público. Estos personajes siguen postrados ante la
riqueza personal como símbolo de poder, maltratando a quienes
teóricamente representan por tratarlos de “tontos que no se
enteran” y por sucumbir a vidas de vicios y despilfarros.
Las leyes de la economía son
complejas tal y como ahora están desarrolladas para que den como
fruto el equilibrio, pero si el resultado es que en lugar de
dinamismo encontramos decadencia habrá que cambiar las reglas de
juego.
La puesta en marcha de iniciativas
y de emprendeduría, así como la participación de la empresa y de
la sociedad para cambiar las reglas del juego son coherentes con
la actual Era de la información y forman parte del
Nuevo Management.