En el ámbito laboral así como en el organizacional, una
forma de utilizar el lenguaje en el que prevalezcan expresiones
negativas puede conllevar a que nos cerremos puertas a las
posibilidades, a la vez que dicha negatividad se proyecta sobre
nuestra imagen.
Las respuestas o expresiones que contengan palabras
negativas predisponen negativamente hacia nosotros a nuestro
interlocutor, pues denotan una actitud negativa en nosotros. Es
interesante como muchas veces no sabemos exactamente por qué una
relación con la que tenemos un trato habitual acaba estropeándose.
Lo cierto es que generalmente somos poco conscientes de nuestra
forma de utilizar el lenguaje. Muchas veces, es por torpeza que
nos equivocamos en la manera de decir las cosas, otras veces es
porque no hemos prestado suficiente atención a lo que nuestro
interlocutor nos está diciendo y, la mayoría de veces, es porque
realmente no conocemos bien, o no tenemos en cuenta, las
motivaciones de las otras personas, aunque éstas estén cerca de
nosotros y exista una relación cotidiana.
En el trabajo, se desprende que colaboramos con otras
personas y muchas veces con el trato directo de los clientes de la
empresa. Si utilizamos un lenguaje negativo trasladamos una mala
imagen de empresa, empeorando la relación con colaboradores y con
clientes. Esto, sin duda, genera peores resultados. Una excusa,
una negativa o una traba por nuestra parte puede hacer que el otro
ya no cuente con nosotros.
Existen alternativas que permiten eliminar esa negatividad,
sin menoscabo de la tarea que tengamos que hacer.
NO
Es un derecho legítimo decir “no” y debemos usarlo para poner un límite. Sin embargo, un “no”
rotundo, dentro del ámbito laboral, puede generar un impacto
negativo en el otro, que probablemente toma ese rechazo como una
actitud cerrada, consiguiendo que ya no quiera seguir conociendo
los motivos de nuestra negativa o proseguir la conversación.
También puede parecer que hacemos un reproche. Por ejemplo:
Existen alternativas que dejan abiertas las posibilidades:
En general, comenzar una frase con ciertos adverbios de
negación o construcciones similares:
No, ni, pero, ningún, es
que, en absoluto, etcétera...
consigue ese efecto negativo.
Veamos ejemplos:
-
No
entiendo cómo pudiste hacer eso.
-
Esto no lo llevo
yo.
-
Ni
siquiera me informaste.
-
No
vine, es que no
tuve tiempo.
-
Jamás
podrías imaginarlo.
-
De ningún modo
puedo cubrir el objetivo este mes.
Cuando se niega algo se abre un abanico de posibles
implicaciones en nuestro interlocutor, que no quedan determinadas.
Con lo cual, el receptor del mensaje puede pensar y suponer lo que
quiera, y puede que esa suposición sea errónea. La comunicación
negativa puede inducir a confusión. Por ejemplo:
Si nos envían un wasap con esta frase, nos genera
incertidumbre si hubiéramos quedado en ir a recogerle al
aeropuerto. ¿Cuándo llega? ¿Por la tarde? ¿Por la noche?
Otro aspecto a tener en cuenta es nuestra manera de pedir
las cosas. Algunas personas piden las cosas de forma que parece
que tengan un poder sobre nosotros, de forma que más que una
petición sea un mandato y puede generar incomodidad o intrusismo,
con lo que es posible que no colaboremos en la petición. También
puede darse el caso de que queramos hacer una crítica constructiva
y que, por defecto en la forma de expresarlo utilizando un
lenguaje negativo, lo que hagamos es una crítica destructiva que
genera rechazo. Por ejemplo:
Podemos mejorar en nuestra comunicación, siendo más
agradables en las respuestas, no proyectando negatividad,
enunciando nuestros mensajes positivamente y con precisión, esto
nos abre puertas a las posibilidades con nuestras relaciones,
mejorará nuestra imagen, saldremos del mundo de las excusas y
pondremos menos trabas . Ser positivo en la comunicación no
significa tener que transigir o aceptar lo que otro nos propone,
sin embargo, seremos más precisos y cordiales. Se trata de
corregir la forma, no el fondo, aunque si la forma es negativa el
fondo también lo puede parecer.
Otra vertiente del lenguaje negativo es la ambigüedad. En
este caso, la expresión es imprecisa de forma que podría ser
malinterpretada. Puede que se utilice intencionadamente de una
forma manipuladora. Es el lenguaje que utilizan muchas veces los
políticos. La
demagogia es una
forma de expresarse utilizando halagos, falsas promesas que no se
van a cumplir, para convencer. Es un instrumento que pone de
relieve la ambición política con fines o intereses espurios o
corruptos.
Es un buen ejercicio practicar una comunicación positiva,
revisar cómo nos comunicamos habitualmente y procurar cambiar
aquellas formas negativas que utilizamos. Nuestras relaciones lo
agradecerán y los resultados en el trabajo también.
En conclusión, el ser positivo en el lenguaje proporciona
una mejora de nuestra imagen y nos abre puertas al mundo de las
posibilidades mejorando nuestras relaciones y los resultados, por
ello forma parte de las
cualidades que
Nuevo Management considera valiosas y acordes con la
actual Era de la
información.