Antecedentes históricos
La Revolución industrial se originó por los continuos y
trascendentales inventos de
una etapa que dura unos noventa años hasta 1870. La luz eléctrica,
el gas y el transporte público sustituyen a los desplazamientos a
caballo y al alumbrado con el candil de petróleo. Se produjeron
profundas transformaciones económicas así como socioculturales y
políticas en la sociedad. El aumento de las fábricas cambia la
forma de sustento de las familias y origina movimientos
migratorios y desplazamientos, dejando las zonas rurales para ir a
las industriales que estaban en la ciudad. Cambian los roles
familiares y las ocupaciones. Sucedieron muchos cambios y se
dieron muy duras condiciones de vida, inicialmente,
por la “invasión” masiva
que tuvieron las ciudades que no estaban preparadas para acoger a
tanta gente. Como reacción a esta concentración de trabajadores
aparecen los movimientos obreros y los sindicatos.
Nace el llamado movimiento
obrero que trata de organizar a la
clase obrera; es decir,
nace la organización de la clase obrera para defender sus derechos
y compensar el mayor poder de los empresarios (societarismo) y que
posteriormente, debido a la influencia política y social iniciada
por ideólogos, se denominarían sindicatos, hasta que en 1864 se
funda una Asociación Internacional de Trabajadores que es un
sindicato mundial.
Por todo ello, se le llama la Era industrial.
Actualidad
Estamos en la Era de la información, sociedad del conocimiento o
de la información. El desarrollo tecnológico (internet) y
científico así como un nuevo management impulsa a que la
información se traduzca en conocimiento.
“Según la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información
llevada a cabo en 2003 en Ginebra (Suiza),
la sociedad de la información debe estar centrada en la persona,
integradora y orientada al desarrollo, en que todos puedan crear,
consultar, utilizar y compartir la información y el conocimiento,
para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan
emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su
desarrollo sostenible y en la mejora de su calidad de vida, sobre
la base de los propósitos y principios de la
Carta de las
Naciones Unidas”.
Wikipedia
09-02-2017).
La sociedad actual no es la misma
que la de la Era industrial, aunque sean mayores los avances
tecnológicos y científicos así como también mayores los cambios
económicos y socioculturales. Las personas, empresas y sociedad
requieren realizar cambios fundamentados en otros aspectos
distintos a la época anterior, entre ellos, romper las normas de
la inercia para adecuarse a las actuales características, ya que
las condiciones de vida han mejorado sustancialmente, aunque
existan graves problemas globales que resolver.
En este contexto, aunque los
sindicatos siguen existiendo, la realidad muestra que lejos de
apoyar los derechos de los trabajadores (que ya no es una clase
obrera, salvo en países subdesarrollados y donde exista la
explotación del ser humano y de muchos de sus derechos humanos
fundamentales), restan libertad de decisión a quienes forman parte
de ellos.
El sindicato en la empresa actual
He trabajado en diversas empresas, la mayoría de carácter
multinacional y he convivido con los sindicalistas. Nunca me
atrajo la idea de asociarme a ningún sindicato, porque lo que más
me llamaba la atención era que eso me etiquetaba dentro de alguna
idea política por un lado, por otro veía la falta de libertad de
sus asociados para decidir, pues todas las directrices y
actuaciones venían marcadas por sus líderes sindicales, hasta el
punto de utilizar la violencia si cabe para que así fuera. Por
ello, nunca han conquistado mi voluntad.
La fuerza mayor que utilizan es la de la huelga. Eso sí, una
huelga que paga cada uno de los trabajadores que la respalda, no
la paga el sindicato. Huelgas que intentan usar como arma en el
momento que más perjudica a la empresa. Me pregunto entonces para
qué tantas reuniones y negociaciones si al final utilizan la
fuerza como arma de negociación.
Consiguen reducciones en sus condiciones de trabajo y beneficios
personales, cosa que no consiguen para el resto de los
trabajadores que representan.
Los derechos de las personas también los representan otras
asociaciones, a parte de la legislación vigente, y otros
profesionales del derecho que ofrecen una atención personalizada
en cada caso.
Los representantes son generalmente personas improductivas, según
dicen los propios empleados. Si se tiene la desgracia de formar
parte de un equipo donde participe un sindicalista, estamos
perdidos. El trabajo que no realice él lo tendrá que realizar el
resto del grupo.
En cuanto a la función de propender al mejoramiento del nivel de
empleo y participar en funciones de colocación de trabajadores,
¿será de sus amigos o familiares? ¿Será que quienes más interés
tiene en conseguir ser representante de los trabajadores es porque
ya peligraba su puesto de trabajo? Con la elevada cifra de
desempleo que hay en este país, no se ve en qué forma participan
los sindicatos en reducir dicha cifra. Los desempleados no tienen
el derecho a organizar una huelga, aspecto paradójico desde mi
punto de vista, pues tal vez son ellos quienes más deberían
reivindicar su derecho a tener un trabajo digno y dignamente
remunerado -valga la redundancia-.
Reconceptualizando, revisando y cambiando la inercia para
alinear los intereses de las personas, las empresas y la sociedad;
centrándonos en las personas para que puedan crear, consultar,
utilizar la información y el conocimiento forma parte de los
aspectos fundamentales que
Nuevo Management considera valiosos y acordes con la
actual Era de la
información para el progreso de la humanidad.