Me había resistido a escribir acerca de la mujer en la empresa,
para evitar enfatizar las diferencias de género y abundar en
estereotipos.
La visión de la mujer en el mundo organizacional tiene que ver,
sobre todo, con el grado de motivación que la mujer tenga para su
desarrollo profesional o para la emprendeduría. La visión
arquetípica de que la mujer es quien cuida de los hijos y del
hogar está siendo sostenida por las propias mujeres.
La mujer no está exenta de tener que lidiar con mentalidades
machistas, tanto en la vida personal como en la profesional, sin
embargo, de ella depende que elija con quién quiere estar o
trabajar. Muchas quejas que tienen las mujeres se deben a que no
se saben poner en su sitio. No tienen suficiente asertividad para
hacerse respetar.
El miedo a defender los propios derechos coarta la libertad, y es
una misma la que consigue cerrarse a las posibilidades. Salvo
excepciones, que pueden estar más relacionadas con los recursos
mentales que tenga una persona, sea hombre o mujer,
para hacer frente a diversas contingencias, todas las
personas tenemos derechos que nos protegen, pero también tenemos
la responsabilidad de que sean respetados. Conseguir el respeto no
siempre tiene por qué darse mediante un enfrentamiento directo (a
lo que muchos sienten temor o dificultad). A veces hay que acudir
a los estamentos que existen para ello, puede ser a una
institución, a un responsable de RRHH., a un amigo/a, un familiar,
u otro.
En la empresa, en general, es cierto que hay más hombres empleados
que mujeres, pero también es cierto, que sigue habiendo un mayor
número de mujeres que prefieren seguir manteniendo su mentalidad
machista que las que no, sobre todo en un rango de edad
determinado, que no se brindaban a dejar su rol de ama de casa por
otro de mujer trabajadora.
Muchas mujeres trabajadoras en la actualidad siguen además su rol
de ama de casa, supeditándose profesionalmente al desarrollo
profesional de su pareja. La mujer suele ser competitiva en su
carrera profesional, incluso más que el hombre, pero esto cambia
cuando llegan a la maternidad que se relegan a un segundo plano o
se retiran.
También, en otro rango de menor edad, se alimenta en exceso por
los medios de comunicación la imagen de la mujer con cuerpo de
modelo, la mujer que debe gustar al hombre, en mayor grado que
viceversa, que sea el hombre quien seduzca con su cuerpo o
vestimenta. En este sentido, me parece que se abunda demasiado en
la imagen del cuerpo y poco en el cuerpo del conocimiento, tanto
de hombres como de mujeres.
Si una mujer acepta o admite una relación desigual, respecto al
trabajo externo o profesional y al interno de casa, no está
profesando la igualdad, lo cual desmerece al resto.
La igualdad de
oportunidades y trato en el
mercado de trabajo ya está regulada por el artículo 153 del
Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, aunque en lo que
respecta a igualdad en su retribución económica no consta.
En la actualidad ya está abierta la brecha del mundo machista
porque muchas mujeres fueron capaces de ser pioneras, de luchar
por sus derechos y de ser mujeres emprendedoras. También es cierto
que ellas sufrieron una fuerte crítica por ser diferentes, pero no
solamente por parte del hombre sino por parte de la mujer o de la
sociedad a la que pertenecían, aunque esto no quieran reconocerlo
gran parte de las mujeres feministas. Considero que no se trata de
hacer una carrera sobre quien puede más, si el hombre o la mujer.
Se trata de normalizar estas situaciones, de tener sentido común,
de no sentirse el sexo débil o el sexo fuerte, de construir
relaciones de interdependencia.
Tampoco me parece razonable mitificar a las primeras mujeres que
hicieron actividades que el hombre ya hacía, en todo caso se
demuestra que existe una igualdad de capacidades para realizar la
misma actividad.
En mi generación, la educación escolar estaba teñida totalmente de
rasgos machistas. Los niños separados de las niñas, las niñas
tenían que aprender a coser o bordar, los niños a jugar a futbol,
entre otras diferencias. Muchas de las mujeres de esta generación
han sido capaces de trascenderse a sí mismas y reeducarse en
aspectos de igualdad de género, de
roles y de oportunidades laborales.
La capacidad de saber ponerse en el lugar del otro limaría las
diferencias de género, por ello es conveniente potenciar la
empatía y reconocer que todos tenemos algo de mujer y algo de
hombre ya que nuestro cerebro es un mosaico que contiene ambos
elementos.
Estudios científicos realizados en la universidad de Tel Aviv,
revelan que el cerebro es un conjunto de características que nos
hace únicos a cada uno de nosotros. Afirman que “el hermafroditismo cerebral es la norma, y los cerebros 100% femeninos o
masculinos son una excepción”.
Un mundo mejor es posible consiguiendo la igualdad de derechos, de
la mujer con respecto al hombre, eliminando el clasismo ante la
justicia, teniendo una justicia que aplique las leyes con
ecuanimidad. Este es un proceso continuo y comunitario.
Por último, comentando el encabezamiento de este artículo: “La suerte de ser mujer no es porque son los hombres los que luchan en
las guerras, según lo veía en mi infancia, la suerte sería ser la
persona, en este caso mujer, que finalizó las guerras” (C.
Fiestas, 2017).
Reconceptualizando, revisando y cambiando la inercia para alinear
los intereses de las personas, las empresas y la sociedad;
centrándonos en las personas para que
puedan crear,
consultar, utilizar la información y el conocimiento forma parte
de los aspectos fundamentales que
Nuevo Management considera valiosos y acordes con la
actual Era de la
información para el progreso de la humanidad.