A veces es la vida quien nos lleva y nos sorprende, nos
enamora, nos seduce, y dejamos las riendas a un lado para que sea
ella quien nos conduzca. Aunque en realidad es uno mismo quien ha
decidido dejar que las circunstancias cambien nuestro rumbo.
A veces nos faltan palabras para relatar los buenos
momentos, que cuanto más buenos más efímeros, no porque no duren,
sino porque pronto se olvidan y retoman el protagonismo los malos
momentos. Y es que el impacto de un mal momento en nuestro cerebro
suele ser mayor que uno bueno, pues las emociones interfieren
directamente en cómo se graba en nuestra memoria el recuerdo, así
como también pueden modificar dicho recuerdo distorsionándolo.
La gente que más deja que las circunstancias sean quienes
lleven las riendas suelen ser personas con un bajo control sobre
su propia vida y más dependientes de los demás.
Hay que asumir que a lo largo de nuestra vida vamos a
encontrar de todo, buenos y malos momentos. También nuestras
circunstancias van a ser variables, una economía mejor y una
economía no tan buena o incluso nefasta. Son muchas las
experiencias y tanto de unas como de otras podemos obtener un
aprendizaje. Son las cicatrices que van quedando en la parte más
emocional de nuestro cerebro. Son las arruguitas que bordean
nuestros ojos, nuestros labios, por tanto como hemos visto, por
tanto como hemos dicho, llorado, reído, que representan la
interpretación de nuestra experiencia vital.
La vida consiste en ciclos que abrimos y ciclos que
culminamos. A veces al culminar un ciclo estamos en una especie de
limbo, no estamos ni aquí ni allá, vagamos un tiempo, hasta que la
musa despierta, hasta que brilla una nueva idea, un nuevo deseo de
utilidad que a lo mejor antes no habíamos sentido, que aparece al
oír una frase, al escuchar una melodía, al jugar con un niño, al
pasear en el campo; es decir, estando relajados.
Muchas veces la depresión aparece al cerrar el ciclo de
actividad laboral, en la jubilación. Aunque la Organización
Mundial de la Salud (OMS) ha advertido
que la primera causa de
ausentismo laboral en el siglo 21 van a ser los problemas
psicológicos, lo cual influye directamente en la productividad.
A veces no tenemos información suficiente y creemos que el
mundo se cae y nosotros con él. A veces hemos sido muy fuertes
para ayudar a otros que nos necesitaron y ahora, que parece que
nadie nos necesita, nos deprimimos y surge el dolor reprimido,
surge el miedo contenido por ser fuerte un día pasado.
La sociedad actual encumbra al ganador y hunde al perdedor
quedando revolcado en el barro y pisado si es posible. Pero un día
el ganador deja de serlo y también se le envía al barro.
La vida, los demás, las diversas circunstancias nos van a
venir a visitar en cualquier momento, unas veces de buenas y otras
de malas. Cuando esto ocurra recuerda que lo que es externo a ti
puede sensibilizarte, puede provocarte sufrimiento, placer
o un sinfín de emociones.
Pero es tu interpretación de las circunstancias y la actitud que
tomas las que provocan esas emociones.
Convive con las emociones, pero no dejes que ellas sean
quienes lleven las riendas de tu vida. Trátate bien a ti mismo,
que eso también hará que trates bien a los demás. Ocúpate de ti y
no solamente de los demás. Aplica una autocrítica constructiva.
Valora quien eres y no esperes que lo hagan los demás. Si ayudas a
alguien da gracias de poderlo hacer y no esperes que otros te den
las gracias.
Sobre todo, aprende. No nacemos enseñados y podemos errar o
acertar, pero eso forma parte del aprendizaje.
A veces es bueno irse de vacaciones y que la vida nos
lleve, pero luego hay que volver a nosotros mismos. No hay que
convertirse en un bobo, en una persona desorientada y al margen,
idiotizado, desconocido, en alguien aislado o aburrido. Nunca hay
que perder la responsabilidad de nuestra propia vida.
Vuelve a una vida sana y equilibrada, haz cosas donde
aplicar tu pasión, innóvate, aprende a aprender si es necesario.
La depresión puede ser una oportunidad para hacer un cambio
sustancial en la vida, o darte cuenta de que estás interpretando
incorrectamente tu propia vida. Asumir los propios errores y
rectificarlos. Pero eso requiere ser reflexivo y autocrítico.
Mi artículo va dedicado a una amiga muy querida que ahora
tiene depresión.
Una correcta gestión de las emociones, hábitos saludables,
la reflexión, la autocrítica y el aprendizaje, mejora la vida de
las personas, la productividad, y aumenta la satisfacción,
formando parte de las cualidades que
Nuevo Management
considera valiosas y acordes con la actual Era de
la información.