Existen informes científicos que afirman que la familia de
coronavirus existe hace años y que la OMS (Organización Mundial de
la Salud) advirtió hace cuatro años sobre la necesidad de
investigar acerca de ello por su potencialidad de producir
pandemia. Tal vez no sabremos nunca lo que ha provocado esta
pandemia, pero la polémica está servida y existen numerosas
opiniones científicas que ponen en duda la explicación oficial de
cómo y cuándo se produjo el primer contagio. ¿A dónde conduce
tanto misterio? ¿Es una guerra virológica entre las grandes
potencias que se ha escapado de las manos?
¿Cómo utilizan los gobiernos la pandemia?
Algunos países han desoído las advertencias sobre el virus, tal
vez expresamente, y ahora nos encontramos con unas consecuencias
graves derivadas de ello y también derivadas del patógeno. Resulta
llamativo que los países siempre hayan invertido en armas de
defensa militar, pero no sanitaria, aun cuando ya se sabe hace
mucho tiempo que el riesgo de ataques biológicos es una de las
armas ya utilizadas en ataques militares.
Algunos gobiernos utilizan la pandemia para reforzar su poder
sobre la población, estableciendo normativas de confinamiento que
deben obedecer. Reforzando su poder sobre las masas consiguen que
éstas dependan cada vez más del sistema de gobernanza,
asegurándose así su prevalencia y continuidad. El miedo a perder
la vida provoca sumisión en la población que busca la protección
institucional.
Los gobiernos utilizan la desinformación, ocultan la información
de la realidad y muestran la
que les sirve para manipular “las cabezas”.
El gobierno ha obligado a cesar la actividad de la mayoría de las
empresas. A cambio, ha propuesto medidas de ayuda económica,
aunque no suficientes, lo que no compensa las pérdidas, además de
llevarnos a una crisis sin precedentes. ¿Quieren los gobiernos
quebrar el tejido empresarial y convertirlo en otra cosa?
¿Por qué no se aceptaron las iniciativas que algunas empresas han
propuesto al gobierno, para ser ellas las que fabriquen los
productos sanitarios de los que tanta emergencia había, en vez de
tener que comprarlos en
otros países?
¿Cómo está incidiendo esta situación en las empresas?
El gobierno ha obligado a cesar la actividad de la mayoría de las
empresas. Muchos negocios han cerrado o lo van a hacer. El retorno
paulatino a la actividad laboral va dejando en la estacada a
muchos negocios que sufren pérdidas por no tener actividad al
100%. El turismo se ve gravemente afectado por el cierre de
aeropuertos a vuelos del extranjero. La restauración, sobre todo
la que responde al turismo, también. Y en general, en todo tipo de
actividad de las empresas ha habido una paralización laboral que
ha producido pérdidas, aumento del desempleo, y la bajada
histórica del PIB a nivel mundial.
Para comprender el problema de la destrucción del tejido
empresarial, la pérdida consiste en que una gran parte de la
minoría con mentalidad emprendedora no va a poder mantener sus
proyectos empresariales ni volver a crear otros proyectos,
destruyendo puestos de trabajo, impuestos, tecnologías bienes y
servicios, útiles para mejorar nuestras vidas.
Por otro lado, este cambio en la economía va a producir nuevas
actividades en las empresas, muchas de ellas se han reinventado,
añadiendo servicios a domicilio, o fabricando o comercializando
diferentes productos. Muchas actividades presenciales se realizan
telemáticamente. Aumenta el teletrabajo.
No cabe duda de que internet “echa humo” de la gran actividad que
se registra, tanto en el aumento de apps como por
el aumento de la información digital alternativa a la
prensa ya conocida, pues se han agregado medios que investigan y
aportan información científica no proporcionada por los medios
tradicionales o más conocidos, dado el nivel de ocultación y
censura de la información.
Algunos expertos proponen la “Revolución
laboral”. Esta revolución cambia tanto la forma de trabajar de las
empresas, como la forma en que los desocupados se ocupen
realizando actividades en el sector social y no convirtiéndose en
parásitos sociales.
Las empresas y el sector social son los contribuyentes activos del
cambio y evolución en esta situación crítica. Son los que hacen el
contrapeso de la corrupción y de los intereses espurios de los
gobiernos. Los que con su esfuerzo y creatividad intentan cambiar
las pesadas e inertes reglas que obstaculizan el progreso que
fueron forjadas por gobiernos corruptos.
A pesar de la visión apocalíptica generalizada, existe otra gran
aliada que contribuirá a la revolución: la tecnología.
El problema de la tecnología es que justamente tiene una gran
virtud, que es la velocidad en que la misma avanza. Estos grandes
avances no son todavía asumidos por la gran mayoría de empresas ni
tampoco por el mercado. Se precisa de un cambio mental, de
apertura y agilidad, para darse cuenta que la tecnología lleva de
la mano numerosas actividades nuevas, a veces no previstas, y a la
par, la desaparición de otras.
Estamos en tiempos disruptivos. En la nueva disrupción se produce
una crisis económica sin precedentes. Ante la incertidumbre de lo
que va a pasar, de cómo vamos a vivir a partir de ahora, el
mercado aún no conoce qué necesidades y gustos va a tener en
adelante en la compra de bienes y servicios. Las empresas de
momento le brindan la seguridad e higiene que prevenga el
contagio, produciendo
artículos en esa línea, pero es imprescindible crear
innovación. No es el momento de los talentos burocráticos
que dominan el mundo empresarial, sino de talentos innovadores que
sean capaces de reconceptualizar las empresas e inventar nuevos
bienes y servicios.
¿Cómo las personas pueden aprovechar los efectos de la pandemia?
Ha crecido el miedo en la población, no sólo por la gravedad del
virus, sino por la incertidumbre;
por la falta de acceso a datos sobre la pandemia (se
informa del número de infectados, de muertos y de curados pero no
sobre los estudios de
tratamientos en curso, pruebas realizadas por zonas y un largo
etcétera); por la falta de protección: no hay mascarillas, no hay
guantes, no hay gel alcohólico, ni hay pruebas serológicas
suficientes. Después de varios meses de convivencia con el virus
la población no sabe si está o ha sido infectada; sin
embargo, si se sabe que se ha gastado mucho dinero público en la
compra de test, mascarillas, etc. que no llegan a suministrarse a
la población.
Los problemas psicológicos,
la ansiedad y el insomnio han aumentado entre la población,
lo cual redunda en el empeoramiento de enfermedades o la aparición
de otras. Se ha roto la rutina y la forma cotidiana de vivir, ¡y
de morir!, y esto no suele asumirse con facilidad.
La enseñanza académica está interrumpida. Es necesario revisar los
tipos de estudios existentes y agregar otros. También revisar el
conocimiento que se enseña en
escuelas y universidades
pues va por detrás de la tecnología y del conocimiento
real, de forma que los graduados de las distintas materias de
estudio están desfasados en cuanto acaban la carrera.
Se habla de la nueva normalidad, porque la anterior nos están
haciendo creer que no va a
volver.
¿Nos controlarán, a través del móvil u otros dispositivos, dónde
estamos en cada momento? ¿Qué pasará con la forma de relacionarnos
con los demás? ¿De qué forma será? A unos les despedirán y esto
mermará su capacidad económica y puede que su vida cambie mucho,
de una manera inesperada e inimaginable. Habrá gente que se
arruinará. Otros tendrán que aprender a trabajar en otras
actividades. Todos estos efectos destructores modificarán la
sociedad y muchos se están replanteando ya su propósito vital.
Si miramos el lado positivo, hay nuevas oportunidades y nuevas
posibilidades pero hay que estar atento a ello para ser innovador,
reinventarse y aprender en nuevas áreas de conocimiento más útiles
en el presente y tal vez hacer un cambio en el estilo de vida. No
creernos todo lo que nos cuentan, si no es de buena fuente, y ser
positivos en encontrar la fuerza y el tesón que nos lleve a
construir un mundo mejor que el anterior.
Los grandes cambios en las estructuras globales nos deben incitar
a crear nuevos paradigmas
abriéndonos al mundo de las posibilidades.
Nuevo Management contribuye a producir los cambios en la sociedad,
las organizaciones y las personas, construyendo un futuro acorde a
la actual Era, también llamada del conocimiento.
Reconceptualizando, revisando y cambiando la inercia para alinear
los intereses de las personas, las empresas y la sociedad;
centrándonos en las personas para que
puedan crear, consultar, utilizar la información y el conocimiento,
que
Nuevo Management considera fundamentales, valiosos y acordes con la
actual Era de la
información para el progreso de la humanidad.