Talento
y rotación de personal
www.Javier
Marzal.com, 1-05-2008.
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Fomentar
el talento implica tener una política de alta rotación de personal. Lo
contrario es un indicador inequívoco de que el talento y las personas
no son importantes en una empresa, aunque sus cúpulas digan lo
contrario.
El
primer supuesto erróneo consiste en aceptar que las personas que eligen
empezar a trabajar en una empresa es porque el sector de actividad económica
y la organización se ajustan a sus preferencias. Es muy improbable,
incluso en las personas con mayor talento que esto sea así. Un supuesto
de general aceptación, desde hace décadas, indica que hacia los 30 años
sabemos lo que queremos profesionalmente, aún suponiendo que esto fuera
cierto en su época, el constante incremento de la complejidad –por
tanto de las posibilidades- hace que probablemente debamos subir esa
edad.
Aunque
los juniors todavía no tengan el criterio necesario para alinear el
espacio de trabajo con el potencial creado por sus intereses, sí es
cierto que en pocos meses podemos saber certeramente si a esa persona le
interesa trabajar o no; en otros términos, si tiene responsabilidad
hacia los demás o potencial para ser productivo. En realidad podemos
saberlo antes de contratarlo. En cualquier caso las grandes empresas no
pueden permitirse tener sólo empleados con talento pero menos aún
tener “empleados tóxicos” no sólo “jefes tóxicos”; éstos son
fáciles de detectar pero existe una cultura según la cual despedir a
alguien está mal visto y además da trabajo.
Dado
que los jóvenes no conocen suficientemente el mundo laboral ni tampoco
a sí mismos, debe existir una política activa para identificar sus
intereses y comprobarlos asignándoles espacios –responsabilidades o
trabajos- donde puedan contrastar y potenciar sus capacidades y gustos.
De esta forma, no sólo aumentamos su productividad sino lo que es mayor
garantía de futuro para él y la empresa, su satisfacción, segundo
impulsor de la productividad, después del alineamiento
intereses-responsabilidad, además mejorar el clima laboral, otro
aspecto importante tanto de la productividad como de la satisfacción
individual y colectiva, tanto de la empresa como de los clientes y otros
colaboradores con los que se relaciona.
El
tercer aspecto cronológico, consiste en potenciar los talentos. En
general, existen tres tipos de talento: (1) de visión para crear nuevos
contextos, supuestos y reglas de negocios de manera efectiva, típico de
innovadores; (2) de ejecución para mejorar las reglas existentes con
eficacia, típico de transformadores; (3) de ejecución rutinaria de la
forma más eficiente, típico de conservadores. Además, en cada tipo
existen diferentes competencias haciendo que la construcción –no
desarrollo- de los talentos, deba enfocarse tanto a mejorar la claridad
mental en uno, dos o los tres contextos anteriores, como “en segundo término”
las competencias necesarias.
Desde
la década de 1980, con el constructivismo, se considera que los
talentos como las inteligencias y la propia mente, son una construcción,
no el desarrollo de una esencia innata. Por tanto, pueden adoptarse dos
tipos de estrategias no excluyentes: el desarrollo del talento que las
personas ya hayan construido o construir talento. Es posible que la
primera opción no sea suficiente y por tanto no funcione debido a que
la existencia de poco talento conduciría a que el existente se fuera.
En ambos casos deben considerarse las barreras del talento o las
autolimitaciones que todos tenemos, producidas sobre todo por la
influencia sociocultural.
También
es importante considerar las motivaciones e intereses de los diferentes
tipos de talento. Así mientras el talento creativo persigue la
satisfacción producida por comprobar que sus nuevas ideas eran
acertadas, los talentos técnicos orientados a los resultados numéricos
y la gestión de recursos, esperan recompensas sociales: reconocimiento
inmaterial –principalmente poder y gloria- y material.
La
gestión de los diferentes talentos debe realizarse de forma
sincronizada con el, cada vez más corto, ciclo de vida no sólo del
producto (bienes y servicios), sino de los supuestos, teorías y modelos
de empresa y de negocio, estrategias, políticas,... de forma que entre
en la empresa el talento que necesita en cada momento y se desprenda de
él cuando haya cumplido su función o finalizado su proyecto. Un mayor
nivel de responsabilidad implicará proyectos más cortos y un menor
nivel trabajos más duraderos. Esta adecuación necesidad-persona,
implica una orientación a proyectos en vez de la tradicional idea
burocrática de un puesto para siempre, que no está en sintonía con
las necesidades y exigencias en un entorno dinámico y por eso no
funciona. Una vez más, una alta rotación indica que la empresa es dinámica
como el contexto y se conforma para dar lo mejor a sus clientes desde el
creciente mundo de posibilidades, lo contrario indica una burocracia que
se resiste a su inexorable desaparición o adquisición.
La
tendencia creciente hacia el outsourcing, hace que deban aplicarse también
estas políticas con el personal externo, mejorando todo el ecosistema.
El funcionamiento hacia proyectos de las consultoras y outsourcers, es
un modelo de referencia que implica una rotación continua de perfiles y
personas.
¿Hay
directivos preparados para afrontar este reto? Una respuesta a esta
situación consiste en que las empresas busquen un vicepresidente de
recursos humanos que sólo trabaje unas cien horas al año, para que se
dedique en exclusiva a lo importante: el cambio cultural del mundo
comparativo al singular, enlazar los ciclos de vida con las necesidades
de talento y construcción de talento. Sin duda, es el fin de los
administradores, ejecutivos y directivos burocráticos.
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