La crisis de la mentalidad
industrial
La mentalidad industrial de la mayoría
de los dirigentes intelectuales, culturales, económicos, empresariales,
políticos y sociales creó la burbuja que estalló con la crisis de 2007 y
sigue manteniéndola.
Recordando la Historia, las dos revoluciones que dieron forma a la Era
industrial, también crearon una crisis en las instituciones (Iglesia y
nobleza) y organizaciones agropecuarias de la anterior Era de la
agricultura. La Tercera Revolución Industrial surge por aparición del
microchip hacia la mitad del siglo 20 y, sobretodo, de los actuales
sistemas de información. En la transición hacia la actual Era de la
información, está sucediendo lo mismo que en la anterior transición
eraria: las instituciones, organizaciones y cargos de mentalidad
industrial han perdido su validez, al menos en parte, pero intentan
defender sus privilegios y un sistema insostenible.
La disminución de costes tan espectacular que ha producido esta Tercera
Revolución Industrial no se ha trasladado al mercado reduciendo precios
para aumentar la calidad de vida y el progreso social, sino a aumentar
los privilegios ilegítimos de los dirigentes y de la mayoría del resto
de los trabajadores, convertidos, por el sistema voluntariamente, en
parásitos sociales de un sistema insostenible y, más aún, con los
criterios actuales de sostenibilidad, más próximos a la decadente
mentalidad industrial que a la mentalidad de la información. Éste, y no
otro, ha sido el origen estructural, sistémico, de la crisis de 2007 que
no podemos resolver con el sistema actual. El aumento de productividad
que ha aportado la nueva tecnología y la innovación empresarial ha sido
utilizado por toda la sociedad para crear una burbuja en las economías
desarrolladas, que ha pinchado, sobretodo, con la crisis de 2007. Crisis
por los excesos de todos, de todos los occidentales, de empresarios y
directivos, más aún por el sector financiero y, sobretodo, por la
voracidad tributaria de los políticos. No ha servido para mejorar
vertiginosamente la calidad de vida occidental, sino para aumentar la
irresponsabilidad social y el despilfarro. Ciertamente, y especialmente
desde 1990, también ha servido para aumentar aceleradamente el nivel de
vida del resto del mundo.
La economía industrial se basaba en estandarizar los procedimientos
tecnológicos y humanos, para la producción de bienes y servicios. Para
mantener el sistema –la burbuja-, los empresarios y directivos están
trasladando cada vez una mayor parte de su actividad hacia los países
emergentes y los más occidentales, igual que la economía agropecuaria se
trasladó durante la Era industrial hacia los países no desarrollados.
Tras la Tercera Revolución Industrial incluso la mayoría de los
servicios están siendo automatizados, siendo operados por personas poco
cualificadas, como corresponde a esos ámbitos de decisión simples. Es
por ello, por lo que se trasladan hacia países emergentes o poco
desarrollados donde los trabajadores son baratos, disminuyendo los
costes.
Sin embargo, como escribe Carmen Fiestas en su artículo de este mes en
www.nuevomanagement.com, ahora con la crisis los empresarios y
directivos, en su mayoría con mentalidad industrial, se están viendo
abocados a disminuir sus exagerados precios que seguían subiendo a pesar
de poder disminuir sus costes. Siguen despilfarrando el dinero de sus
clientes con estructuras y prácticas poco productivas. El crecimiento de
los países emergentes está sirviendo para mantener el sistema (la
insostenible sociedad occidental), pero la crisis les ha hecho ver que
los problemas graves de Occidente pueden arrastrarles y hundirles.
El sistema no es sostenible y está siendo cuestionado en todas las
instancias: internaciones como los organismos de Naciones Unidas, como
el FMI; transnacionales como los diferentes G (G-5, G-8, G-20, etc.) la
Unión Europea o la Eurozona, nacionales, etcétera. El fin de los
burócratas, parásitos y despilfarradores de la herencia (acumulación de
las transferencias de las generaciones anteriores) ya llegó con la
crisis de 2007. La única duda se refiere a cuándo va a llegar a cada
nación, a cada ámbito social, a cada sector y subsector de actividad
económica, a cada departamento y a cada puesto de trabajo, incluyendo
los más altos cargos.
Desde hace décadas hacían falta líderes (personas responsables y
emprendedoras e innovadoras), pero ahora son imprescindibles. Se
requiere más innovación para realizar los cambios necesarios y menos
burócratas para defender el pasado. Como escribió en 2002 Tom Peters,
considerado el principal autor empresarial vivo: “Estamos en una época
en la que en el corto espacio de 20 ó 30 ó 40 años vamos a reinventarlo
todo”, “es un privilegio vivir en estos tiempos extraordinarios, cuando
líderes con valor, en todos los aspectos de la vida, de todas las
edades, van a reinvertar el mundo… ¿Eres uno de Ellos?”
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