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La crisis de la mentalidad industrial

Javier Marzal, 10-05-2010.       Artículo en PDF

La mentalidad industrial de la mayoría de los dirigentes intelectuales, culturales, económicos, empresariales, políticos y sociales creó la burbuja que estalló con la crisis de 2007 y sigue manteniéndola.

Recordando la Historia, las dos revoluciones que dieron forma a la Era industrial, también crearon una crisis en las instituciones (Iglesia y nobleza) y organizaciones agropecuarias de la anterior Era de la agricultura. La Tercera Revolución Industrial surge por aparición del microchip hacia la mitad del siglo 20 y, sobretodo, de los actuales sistemas de información. En la transición hacia la actual Era de la información,  está sucediendo lo mismo que en la anterior transición eraria: las instituciones, organizaciones y cargos de mentalidad industrial han perdido su validez, al menos en parte, pero intentan defender sus privilegios y un sistema insostenible.

La disminución de costes tan espectacular que ha producido esta Tercera Revolución Industrial no se ha trasladado al mercado reduciendo precios para aumentar la calidad de vida y el progreso social, sino a aumentar los privilegios ilegítimos de los dirigentes y de la mayoría del resto de los trabajadores, convertidos, por el sistema voluntariamente, en  parásitos sociales de un sistema insostenible y, más aún, con los criterios actuales de sostenibilidad, más próximos a la decadente mentalidad industrial que a la mentalidad de la información. Éste, y no otro, ha sido el origen estructural, sistémico, de la crisis de 2007 que no podemos resolver con el sistema actual. El aumento de productividad que ha aportado la nueva tecnología y la innovación empresarial ha sido utilizado por toda la sociedad para crear una burbuja en las economías desarrolladas, que ha pinchado, sobretodo, con la crisis de 2007. Crisis por los excesos de todos, de todos los occidentales, de empresarios y directivos, más aún por el sector financiero y, sobretodo, por la voracidad tributaria de los políticos. No ha servido para mejorar vertiginosamente la calidad de vida occidental, sino para aumentar la irresponsabilidad social y el despilfarro. Ciertamente, y especialmente desde 1990, también ha servido para aumentar aceleradamente el nivel de vida del resto del mundo.

La economía industrial se basaba en estandarizar los procedimientos tecnológicos y humanos, para la producción de bienes y servicios. Para mantener el sistema –la burbuja-, los empresarios y directivos están trasladando cada vez una mayor parte de su actividad hacia los países emergentes y los más occidentales, igual que la economía agropecuaria se trasladó durante la Era industrial hacia los países no desarrollados. Tras la Tercera Revolución Industrial incluso la mayoría de los servicios están siendo automatizados, siendo operados por personas poco cualificadas, como corresponde a esos ámbitos de decisión simples. Es por ello, por lo que se trasladan hacia países emergentes o poco desarrollados donde los trabajadores son baratos, disminuyendo los costes.

Sin embargo, como escribe Carmen Fiestas en su artículo de este mes en www.nuevomanagement.com, ahora con la crisis los empresarios y directivos, en su mayoría con mentalidad industrial, se están viendo abocados a disminuir sus exagerados precios que seguían subiendo a pesar de poder disminuir sus costes. Siguen despilfarrando el dinero de sus clientes con estructuras y prácticas poco productivas. El crecimiento de los países emergentes está sirviendo para mantener el sistema (la insostenible sociedad occidental), pero la crisis les ha hecho ver que los problemas graves de Occidente pueden arrastrarles y hundirles.

El sistema no es sostenible y está siendo cuestionado en todas las instancias: internaciones como los organismos de Naciones Unidas, como el FMI; transnacionales como los diferentes G (G-5, G-8, G-20, etc.) la Unión Europea o la Eurozona, nacionales, etcétera. El fin de los burócratas, parásitos y despilfarradores de la herencia (acumulación de las transferencias de las generaciones anteriores) ya llegó con la crisis de 2007. La única duda se refiere a cuándo va a llegar a cada nación, a cada ámbito social, a cada sector y subsector de actividad económica, a cada departamento y a cada puesto de trabajo, incluyendo los más altos cargos.

Desde hace décadas hacían falta líderes (personas responsables y emprendedoras e innovadoras), pero ahora son imprescindibles. Se requiere más innovación para realizar los cambios necesarios y menos burócratas para defender el pasado. Como escribió en 2002 Tom Peters, considerado el principal autor empresarial vivo: “Estamos en una época en la que en el corto espacio de 20 ó 30 ó 40 años vamos a reinventarlo todo”, “es un privilegio vivir en estos tiempos extraordinarios, cuando líderes con valor, en todos los aspectos de la vida, de todas las edades, van a reinvertar el mundo… ¿Eres uno de Ellos?”

 


© 2007-actualidad Carmen Fiestas  - nm@nuevomanagement.com