¿Qué hacemos con los
mayores?
Tal vez sea el momento de que, por
primera vez en la historia, las personas y no la sociedad realicemos el
cambio sustancial que la nueva Era de la información requiere.
Hace pocas
décadas llegaron las jubilaciones anticipadas y se ha ido bajando la
edad mínima en que los trabajadores pueden acogerse a esta medida. Ya en
el siglo 21, con las reestructuraciones empresariales se están
despidiendo a personas cada vez menos mayores, llegando a rondar los 35
ó 40 años de edad.
El
itinerario profesional de las personas con valía profesional, consiste
en ser responsable del trabajo de otros –mandos intermedios- antes de
los 30 años y directivo antes de los 35-40 años. Los 30 y los 40 años
son edades en las que la sociedad mide nuestro rendimiento. Son la
“prueba del algodón” laboral y “el algodón no engaña”, si hay mancha es
porque hay suciedad; en este caso significa que si no se han alcanzado
las posiciones jerárquicas mencionadas es porque la valía profesional es
baja y difícilmente cambiará en el futuro.
De mis
escritos anteriores podemos deducir que si no se han alcanzado esas
posiciones, salvo excepciones, es por una baja conciencia social
producida por un exceso de egocentrismo. A pesar de esta baja conciencia
social, algunos pretenden que el Estado se encargue de mantener el alto
nivel de vida, habitual en Occidente, de esas personas. Es una propuesta
insostenible.
Los
intelectuales y científicos sociales del siglo 20 nos hicieron ver que
esta situación se debe a que durante la Era industrial la mayoría era
trabajadores manuales, mientras en la actual Era de la información la
mayoría somos “trabajadores del conocimiento”, en palabras de Peter
Drucker. Pero no olvidemos que estas transiciones erarias tardan décadas
o siglos en llegar a alcanzar una forma bien definida.
Probablemente, Internet será la macroestructura donde más trabajadores
van a realizar su actividad profesional, pero todavía falta mucho por
desarrollar. Creo que serán los portales de Internet, la mayoría
inexistentes aún, los que pueden aprovechar la ingente cantidad de
información que los trabajadores mayores tienen en sus memorias y que no
saben convertirlo en algo útil para los demás. Poner, de una forma
organizada, toda esa información a disposición de quien quiera
accederla, es una tarea enorme y que puede ser el mayor generador de
empleo del presente y para el futuro. Portales, fundaciones
especializadas, asociaciones, ONGs, etc., son las nuevas organizaciones
donde la información es su razón de ser y necesitan otro tipo de
trabajadores, algunos con mayor preparación y otros con mayor
información, como tienen los mayores.
Es probable
que, generalmente, sus ingresos mermen, pero la riqueza en Occidente no
ha sido real desde que los intereses financieros, comerciales y
políticos crearon la insostenible sociedad del crédito durante el primer
cuarto de siglo 20 y que ha explotado con la crisis de 2007 sin
posibilidad de volver a la situación anterior, salvo por un espacio de
tiempo reducido.
La sociedad
subsidiada creada en el supuesto Estado del Bienestar tampoco es
sostenible, por lo que no se pueden mantener a la mayoría de las
personas mayores de 35-40 años, los egocéntricos poco productivos en sus
trabajos actuales, con subsidios.
Una vez
más, insisto en que las empresas deben aumentar sus niveles de rotación.
De esta forma, pueden despedir a la gente improductiva y, al rotar mucho
personal, aumentan la probabilidad de encontrar personas con talento.
Igualmente, la rentabilidad empresarial y el progreso social requieren
que se haga más o con menos recursos, más con menos despilfarro, más con
menos gente, más con más talento y menos mediocridad, más meritocracia,
y más justicia.
Desde que
McKinsey puso de moda el talento con su famoso documento “La guerra del
talento” (1997), las grandes empresas han diferenciado sus programas de
preparación destinados a las personas que destacan de los demás. Años
después, podemos observar que, en los programas específicos para
personas con talento y proyección profesional, no suelen incluir a más
de un 1% de la plantilla; por tanto, queda un 99% de los trabajadores
que las grandes empresas deberían rechazar entre los 30 y los 40 años de
edad, cuando ya hayan demostrado su bajo rendimiento.
Hasta que
sea hegemónica la nueva sociedad de la información (educativa, legal,
organizativa y operativamente), la decadencia de la heredada sociedad
industrial seguirá creando numerosos desajustes y problemas como éste de
los mayores improductivos o el de la crisis actual.
Hace
falta más libertad para la gente con talento, menos poder para los
burócratas/tecnócratas, más cambio y más profundo. |
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