De los prejuicios a la
innovación
Los
patrones de los prejuicios nos hacen eficientes, pero sólo cuando los
saltamos aparece la innovación.
Con
nuestros recuerdos conformamos nuestros patrones emocionales, racionales
y conductuales, nuestros hábitos y, en el caso de la mayoría de las
personas, su ser.
Estos
automatismos cerebrales que vamos creando a lo largo de nuestra vida,
nos resultan muy útiles para comprender lo que vamos viviendo y nuestros
recuerdos. Nos crean predisposiciones o actitudes hacia todo tipo de
cosas, de sistemas como los ámbitos, organizaciones, actividades,
situaciones o personas. Estas actitudes iniciales, filtran la
información que recibimos mediante un proceso denominado percepción
selectiva, con el cual rápidamente decidimos que información procesamos
o interpretamos inmediatamente, cual guardamos en la memoria a largo
plazo y cual olvidamos.
Después,
cuando decidimos interpretarla, otros patrones nos ayudan a clasificar
la información recibida y a asociarla con otros elementos de la memoria,
o a hacer la misma operación con información memorizada.
En
general, tendemos a repetir los patrones en procesos imitativos,
copiando a otros o a nosotros mismos, es decir, imitamos lo que otros
han hecho o copiamos lo que nosotros ya hicimos en una situación que
consideramos asimilable. Algunos psicólogos afirman que lo hacemos por
economizar, es decir, por ahorrar recursos.
Precisamente, la actual Era de la información es posible, por esta
característica que nos permite aprender de lo que otros han hecho, es
decir, mediante el aprendizaje y la imitación tenemos una capacidad de
gestionar información muy superior a cualquier otra especie conocida.
Sin
embargo, estos patrones y prejuicios pueden ser erróneos o podemos
equivocarnos al aplicarlos en situaciones para las que no son válidos,
entonces nos referimos a los prejuicios y calificamos una actuación de
prejuiciosa. En estos casos, todo nuestro conocimiento, organizado en
estos patrones, se convierte en un obstáculo para proporcionar una
respuesta correcta a la situación, para aprovechar sus posibilidades.
El
cambio colectivo y la innovación, son dos procesos que son creados
porque una persona o un grupo, no siguen la inercia proporcionada por
los patrones colectivos (costumbres o prácticas) y deciden operar de una
forma diferente. Sólo saltándose las reglas o actuando de una forma
desconocida puede crearse una innovación. En realidad la innovación es
un conjunto de infracciones de lo establecido, primero por parte de la
oferta que propone algo diferente y, después, de la demanda que lo
acepta.
La
innovación puede ser en cualquier tipo de sistema colectivo, entre
otros: ideas, conocimientos, organizaciones, salarios, bienes y
servicios.
Cuando
calificamos a una persona de prejuiciosa, queremos expresar que es muy
cerrada, que está poca abierta al cambio. Esta actitud suele originarse
desde un alto nivel de desconfianza en uno mismo o en los demás, así
como por una falta de apertura y flexibilidad mental.
Los
prejuicios son generalizaciones y, como tal, son imprescindibles para
alcanzar un nivel alto de conocimientos propio de la vida humana.
Incluso nos proporcionan la posibilidad de conocer, virtualmente, algo
que nunca hemos percibido fenomenológicamente (con los sentidos). Pero
esta extraordinaria habilidad, si no somos suficientemente escépticos
con el conocimiento (propio o colectivo), puede convertirnos en
autómatas sociales sin una auténtica condición humana y con poco valor
social. La cualidad más humana es la creatividad, tanto para construir
un pensamiento propio como para realizar una propuesta susceptible de
convertirse en innovación. El pensamiento propio es el resultado de la
creatividad orientada al interior (cambio personal o crecimiento
personal), mientras la innovación es el resultado de la creatividad
orientada hacia el cambio en otras personas, originando el cambio
colectivo necesario para el progreso.
En una
época de rápidos cambios culturales, tecnológicos, organizacionales y
sociales, gran parte de las organizaciones están obligadas a innovar
para mantenerse en el mercado. Algunos autores dicen que la mayor
innovación del siglo 20, fue el management, es decir, la teoría y
práctica empresariales, o como dicen los académicos españoles: el
gobierno y la administración de las empresas.
La
innovación la realizan las personas con talento, es decir, aquellos que
actúan, acertadamente, creativa y constructivamente, al margen de la
inercia, de la imitación, de las reglas, prejuicios y patrones
intersubjetivos.
Las
personas con talento combinan un gran número de patrones culturales
(imitación), con algunas ideas que conforman un conjunto original que
otras personas adquieren convirtiéndolo en innovación. En definitiva,
combinan un conocimiento que suele estar accesible a la mayoría, con
ciertas ideas nuevas conformando una especulación o recreación mental
sobre el futuro, que van madurando mentalmente, hasta que lo ofrecen a
otras personas y éstas lo aceptan.
Creo que
estas ideas pueden ser útiles para los directivos y los técnicos de
recursos humanos en la gestión de las personas, especialmente, de
aquellas con talento e incluso para diferenciar las que no lo tienen. |
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