Salida de la crisis
La
ingeniería social de los políticos trata de convencer a la mayoría de la
necesidad de esforzarse y sacrificarse para mantener los privilegios de
una minoría cada vez más reducida.
Mientras los políticos crean
mensajes de esfuerzo y sacrificio, tratando de hacer que la
mayoría acepte su explotación, el mundo de la psicología y del
coaching extiende el mensaje contrario para tratar de evitar los
perjuicios psicológicos de esa explotación y del exceso de
autoexigencia.
La promoción de los derechos sin
relacionarlos con los deberes u obligaciones, ha fomentado el
parasitismo social en los países desarrollados poco avanzados
socioeconómicamente como, en general, los latinos.
España acaba de cambiar de
gobierno. El nuevo gobierno ya ha hablado de recortes
(necesarios), pero mantiene, respecto del nefasto gobierno
anterior, la idea de los sacrificios. Este esfuerzo es necesario
para pagar el despilfarro anterior, pero es injusto si no se
aprovecha para cambiar la insostenible estructura socioeconómica
del país. Sin embargo el nuevo gobierno ya ha dejado claro que la
estructura no va a cambiarla, va a mantener el abuso de una
minoría privilegiada (políticos, empresarios y trabajadores de
grandes empresas, sindicalistas y otros) a costa de la mayoría y
una economía poco avanzada.
Por tanto, estamos ante una
situación con mensajes culturales contradictorios que hace que
cada uno pueda escoger entre el que más le convenga.
Por otro lado, los medios nos
informan sobre los continuos abusos por parte de dirigentes
políticos, empresariales y sociales. Estas injusticias hacen que
la mayoría no asuma la supuesta necesidad de sacrificarse para
salir de la crisis y utilicen los mensajes de la psicología para
apoyar su postura.
El esfuerzo y el sacrificio son
necesarios en un mundo comparativo, como el deportivo o el de las
organizaciones burocráticas que viven de su poder social y de la
inercia. Sin embargo, la mayoría de los escritores empresariales
coinciden en que en la década de 1990 cambiaron las cosas,
surgiendo en los países más avanzados una mentalidad de fomento de
la emprendeduría y de la innovación que están cambiando el
funcionamiento de las organizaciones y el mundo del trabajo. Este
cambio implica competir más por la singularidad que por ser mejor
que otro haciendo lo mismo. Es el reconocimiento de la complejidad
de la realidad (natural y social) que es una de las bases propias
de la nueva Era de la información: el paradigma de la complejidad,
del que deriva el pensamiento sistémico.
Los directivos empresariales se
encuentran ante esta difícil situación y, en la mayoría de los
casos, están dejando que pase el tiempo y se resuelva la crisis,
sin tener en cuenta del deterioro de su credibilidad que conlleva
esta habitual actitud profesional de la mayoría de los
trabajadores.
Como está sucediendo en los países
más avanzados, es necesario aumentar y promocionar los perfiles
emprendedores, en detrimento de los perfiles más burocráticos.
Debido a su autorresponsabilidad
profesional y automotivación, las personas emprendedoras son
altamente productivas, salvo que sus jefes no les dejen. Para las
personas con talento sería más esfuerzo hacer las cosas mal que
como las hacen, no se sacrifican desde su perspectiva, pero tienen
constancia, perseverancia y dedicación. Por el contrario, las
personas con mentalidad burocrática tienden, habitualmente, al
mínimo esfuerzo, a la holgazanería y al parasitismo social, por
eso son a quienes se dirigen los mensajes de esfuerzo y
sacrificio.
Algunas de estas personas con
perfil burocrático pueden ser productivas incorporándolas a
equipos de trabajo de cambio, originados y dirigidos por el
impulso de algún emprendedor, pero la mayoría tampoco serán
productivos y será necesario el método de mando y control, propio
de la Era industrial.
El parasitismo social deriva de la
desorientación que produce una incorrecta educación y una injusta
estructura social, para evitarlo se trata de impulsar el esfuerzo,
pero éste proporciona una baja productividad.
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