Inicio Persona Empresa Sociedad Actividades Noticias Nosotros

Salida de la crisis

Javier Marzal, 9-01-2012.       Artículo en PDF

La ingeniería social de los políticos trata de convencer a la mayoría de la necesidad de esforzarse y sacrificarse para mantener los privilegios de una minoría cada vez más reducida.

Mientras los políticos crean mensajes de esfuerzo y sacrificio, tratando de hacer que la mayoría acepte su explotación, el mundo de la psicología y del coaching extiende el mensaje contrario para tratar de evitar los perjuicios psicológicos de esa explotación y del exceso de autoexigencia.

La promoción de los derechos sin relacionarlos con los deberes u obligaciones, ha fomentado el parasitismo social en los países desarrollados poco avanzados socioeconómicamente como, en general, los latinos.

España acaba de cambiar de gobierno. El nuevo gobierno ya ha hablado de recortes (necesarios), pero mantiene, respecto del nefasto gobierno anterior, la idea de los sacrificios. Este esfuerzo es necesario para pagar el despilfarro anterior, pero es injusto si no se aprovecha para cambiar la insostenible estructura socioeconómica del país. Sin embargo el nuevo gobierno ya ha dejado claro que la estructura no va a cambiarla, va a mantener el abuso de una minoría privilegiada (políticos, empresarios y trabajadores de grandes empresas, sindicalistas y otros) a costa de la mayoría y una economía poco avanzada.

Por tanto, estamos ante una situación con mensajes culturales contradictorios que hace que cada uno pueda escoger entre el que más le convenga.

Por otro lado, los medios nos informan sobre los continuos abusos por parte de dirigentes políticos, empresariales y sociales. Estas injusticias hacen que la mayoría no asuma la supuesta necesidad de sacrificarse para salir de la crisis y utilicen los mensajes de la psicología para apoyar su postura.

El esfuerzo y el sacrificio son necesarios en un mundo comparativo, como el deportivo o el de las organizaciones burocráticas que viven de su poder social y de la inercia. Sin embargo, la mayoría de los escritores empresariales coinciden en que en la década de 1990 cambiaron las cosas, surgiendo en los países más avanzados una mentalidad de fomento de la emprendeduría y de la innovación que están cambiando el funcionamiento de las organizaciones y el mundo del trabajo. Este cambio implica competir más por la singularidad que por ser mejor que otro haciendo lo mismo. Es el reconocimiento de la complejidad de la realidad (natural y social) que es una de las bases propias de la nueva Era de la información: el paradigma de la complejidad, del que deriva el pensamiento sistémico.

Los directivos empresariales se encuentran ante esta difícil situación y, en la mayoría de los casos, están dejando que pase el tiempo y se resuelva la crisis, sin tener en cuenta del deterioro de su credibilidad que conlleva esta habitual actitud profesional de la mayoría de los trabajadores.

Como está sucediendo en los países más avanzados, es necesario aumentar y promocionar los perfiles emprendedores, en detrimento de los perfiles más burocráticos.

Debido a su autorresponsabilidad profesional y automotivación, las personas emprendedoras son altamente productivas, salvo que sus jefes no les dejen. Para las personas con talento sería más esfuerzo hacer las cosas mal que como las hacen, no se sacrifican desde su perspectiva, pero tienen constancia, perseverancia y dedicación. Por el contrario, las personas con mentalidad burocrática tienden, habitualmente, al mínimo esfuerzo, a la holgazanería y al parasitismo social, por eso son a quienes se dirigen los mensajes de esfuerzo y sacrificio.

Algunas de estas personas con perfil burocrático pueden ser productivas incorporándolas a equipos de trabajo de cambio, originados y dirigidos por el impulso de algún emprendedor, pero la mayoría tampoco serán productivos y será necesario el método de mando y control, propio de la Era industrial.

El parasitismo social deriva de la desorientación que produce una incorrecta educación y una injusta estructura social, para evitarlo se trata de impulsar el esfuerzo, pero éste proporciona una baja productividad.


© 2007-actualidad Carmen Fiestas  - nm@nuevomanagement.com