Según la Historia, la Reforma protestante
del siglo 16, indirectamente impulsó el esfuerzo para el
crecimiento intelectual y profesional, es decir, para la mejora
psicosocial de las personas, obteniendo, como resultado, el
aumento del talento individual y del progreso colectivo. Desde
esta cultura o perspectiva social, se denomina éxito a los
resultados destacables del crecimiento profesional. La Reforma fue
uno de los pilares de la sustitución de la Era de la agricultura
por la Era industrial que consolidó la cultura del éxito.
Al contrario que la Reforma y la Era
industrial, las culturas occidentales anteriores y las orientales
impulsan o impulsaban, el egocentrismo, la inacción, la
ignorancia, la mediocridad y la irresponsabilidad individual y
colectiva. Lo mismo puede decirse de algunas culturas occidentales
posteriores.
Como suele ser habitual en culturas
simplistas, como ésta del éxito, la creación de un símbolo -éxito-
conlleva la creación del contrario: el fracaso. El reconocimiento
del error de la creación de esta simplista dualidad, a la larga,
la cuestiona y crea términos intermedios entre los dos polos: el
éxito y el fracaso. De hecho, es habitual que una persona se
sienta fracasada, a pesar de que su entorno la considera exitosa.
En este sentido se pronuncia el aforismo:
“morir de éxito”.
Efectivamente, cuando nuestras metas y
expectativas son equivocadas, como es habitual debido a una
cultura dominante sustancialmente errónea, el esfuerzo y los
logros nos llevan a tener, en algún momento, la conciencia de
fracaso. En unos casos conocemos nuestro fracaso por no alcanzar
nuestros objetivos y, en otros, por alcanzarlo y no obtener
satisfacción con ello. La frustración es inevitable, salvo en
personas con una baja conciencia de la realidad. Es menos probable
que las personas emprendedoras o innovadoras se crean fracasadas.
Con la nueva conciencia desaparece la
frustración creada por la cultura del éxito, porque considera que
el crecimiento intelectual (del conocimiento y de la sabiduría) es
el principal proyecto vital y, por tanto, conseguir otra meta u
objetivo, así como no alcanzarla, no tiene la suficiente
importancia como para considerarlo éxito o fracaso. Para la
minoría socialmente más destacable, funden su crecimiento
intelectual con su aportación socioprofesional, es decir, con su
actividad para el progreso colectivo.
En las últimas décadas, los pensadores
empresariales han señalado que el castigo social por el fracaso de
una iniciativa profesional, es demasiado alto en Europa,
especialmente en los países latinos, por lo que se desincentiva la
emprendeduría y la innovación, haciendo que estas economías y sus
organizaciones no sean competitivas. En estos países, se adula en
exceso a las personas con aparente éxito y se castiga duramente a
aquéllos que han tenido que abandonar un proyecto profesional. De
esta forma se impulsa la inacción y el inmovilismo,
desincentivando la iniciativa y el cambio, situación que limita el
progreso de ciertos países y sus organizaciones privadas, a pesar
de las inmensas ayudas que han recibido en las últimas décadas la
mayoría.
La cultura conforma el pensamiento de la
mayoría y éste la actividad y sus resultados. Por este motivo,
promovido por la Unión Europea, en sus países más atrasados se
está promocionando la mentalidad emprendedora y la innovación, con
el objetivo de cambiar estas culturas improductivas que impiden
que las organizaciones progresen y las personas puedan tener una
mejor vida.
Tal vez, las civilizaciones y las
organizaciones puedan tener éxito, fracasar o incluso desaparecer,
pero éstas situaciones no tienen sentido en las personas con un
propósito o sentido vital donde el aprendizaje esté en la cima.
En resumen, la principal ventaja
competitiva y comparativa actual, la obtendrán las organizaciones
y sociedades que promocionen el aprendizaje como su principal
valor individual y colectivo; no sólo por estar en la Era de la
información, con sus sociedades y economías del conocimiento, sino
como forma de impulsar la condición humana, todos los tipos de
talento, la productividad, la sostenibilidad y el progreso
colectivo.