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Libertad con autorresponsabilidad

Javier Marzal, 09-02-2013.       Artículo en PDF

La libertad sin autorresponsabilidad perjudica las organizaciones, mientras que con autorresponsabilidad es un componente esencial de todo talento.

 

 

La libertad es uno de los grandes principios filosóficos y sociales. Sin embargo, podemos distinguir entre dos posturas contrarias relacionando la libertad y la relación con la sociedad.

Por un lado, existen personas que tienen una mentalidad de sentirse libres aprovechando lo que la sociedad les proporciona, pero sin aportarla nada o muy poco. Es una libertad parasitaria que perjudica la sociedad.

Por otro lado, algunos, aparentemente menos libres, utilizan su libertad “intelectual” para ser creativos en su actividad profesional, llegando incluso a aportar innovaciones.

La libertad creativa y constructiva, deriva del escepticismo respecto de lo que existe, de la tecnología en sentido amplio, incluyendo el conocimiento y los procesos. Algunos escépticos se amparan en dogmas que cuestionan aquello generalmente aceptado; por el contrario, otros escépticos son creativos y construyen su propia forma de comprender o hacer las cosas.

Esta creatividad constructiva (intelectual, profesional o socialmente, diferentes de la creatividad para el entretenimiento) la utilizamos para tomar decisiones de cambio, desde el cambio más reactivo, como suele ser la resolución de problemas, hasta el cambio más proactivo e innovador. En este caso se integra la libertad con la autorresponsabilidad profesional y social, pudiendo ejercitarse trabajando de una forma autónoma o en interdependencia como miembro de un equipo de trabajo.

¿Es más libre, en su intelectualidad profesional, un empresario de una gran empresa o un innovador?

La mayoría de los empresarios de grandes empresas toman sus decisiones dentro de un paradigma poco dinámico, pero muy amplio y variado que proporciona una gran complejidad. Además, la inercia suele proporcionar elevados ingresos e incluso beneficios.

Por el contrario, la mayoría de los innovadores, se centran en un producto (bien o servicio) concreto que puede crear un nuevo paradigma, desde la perspectiva de un mercado existente, llegando a crear nuevos mercados o segmentos de uno existente. La creatividad y la simplicidad suelen ser mayores.

Las personas que, en el siglo 20, se les calificaba de inteligentes, solían preferir retos más complejos, como los cambios sociales que proporcionan los grandes líderes de mercados dinámicos; mientras, las personas denominadas “listas”, solían preferir la autonomía y la emprendeduría.

Probablemente, la innovación pueda derivar tanto de personas “listas” que captan oportunidades simples como de los “inteligentes” que suelen buscar posibilidades más complejas.

La interdependencia, la responsabilidad social, la creatividad,  la libertad constructiva, la autorresponsabilidad, el escepticismo y la innovación son principios de la Nueva Conciencia, del Nuevo Orden Mundial (no conspirativo) y del Nuevo Management; es decir, de los modelos de la actual Era de la información. Estos nuevos principios son los que aplicamos, en mayor o menor medida, las personas que estamos realizando la transición desde la Era industrial a la Era de la información, mejorando la condición humana y el progreso social, para que, en un futuro, la mayoría los apliquen aumentando la mejora individual y colectiva.

Estos principios deben utilizarse en cualquier tipo de programa de preparación profesional, incluyendo la directiva, en organizaciones que quieran ser altamente productivas o competitivas.


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