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La trampa del incrementalismo

Javier Marzal, 09-10-2013.       Artículo en PDF

El incrementalismo cultural, económico, social y político está destruyendo Occidente.

 

 

 

España es un país donde la corrupción es la norma: políticos, policías, fiscales y jueces, se han instalado en la Abusocracia. La mayoría no cumple la Ley y están inmersos en la corrupción o la permiten.

Occidente consiguió aumentar su progreso, con grandes revoluciones de toda índole que cambiaron, sustancialmente, su actividad individual y colectiva, sobre todo durante la Era industrial. De este gran progreso, derivó un aumento del conservadurismo para mantener los privilegios obtenidos. Precisamente de la mentalidad conservadora deriva el incrementalismo que consiste en mejorar lo existente, pero sin cambiarlo sustancialmente, especialmente manteniendo el poder y los privilegios. Para ello, es necesario limitar la innovación que hizo alcanzar el alto nivel de progreso que posibilitó la situación de privilegio. Lógicamente el alto nivel de progreso se alcanzó superando el conservadurismo y eliminando parte del poder y de los privilegios anteriores.

El incrementalismo crea sistemas dominados por la burocracia y la tecnocracia que derivan en incompetencia y en corrupción que acaban destruyendo los sistemas. Esta afirmación está probada a lo largo de la historia, tanto en sistemas sociales como en el mundo empresarial, donde la mayoría de las empresas terminan desapareciendo víctimas de su incrementalismo.

El incrementalismo es necesario, pero cuando se alcanza cierto nivel de complejidad se convierte en una trampa que lleva a los sistemas a su decadencia y desaparición. El incrementalismo es necesario para sacar el máximo provecho de las innovaciones, pero no como decía el management: a los periodos de innovación les siguen periodos de incrementalismo. Sin embargo, el Nuevo Management fomenta la integración de la innovación y del incrementalismo, en lugar de estar en periodos separados.

Ahora que los países más poblados: China e India han aceptado que un sector empresarial de mercado es necesario para progresar. Sus logros están eliminando los privilegios de un Occidente incrementalista, amenazando con llevarle a una profunda decadencia. Antes de China e India, otros países orientales más pequeños ya habían aceptado el mercado y estaban progresando, en las últimas décadas también se están liberalizando otros países con más habitantes que cualquier europeo.

Occidente tiene un doble problema: dirigentes empresariales incrementalistas y un sector público corrupto que tiene intervenida gran parte de la investigación y de la economía, y que devora la riqueza creada por las empresas.

Actualmente estamos viviendo esta situación claramente en el sector de la telefonía móvil. Empecemos con  Nokia. Los dirigentes de esta empresa nórdica tuvieron el atrevimiento de centrarse en este sector, para ello vendieron su relevante división de ordenadores personales. Como la mayoría sabemos, Nokia ha estado liderando el sector desde 1998 a 2007, pero aparecieron los teléfonos smarphones y Nokia no entendió este cambio sustancial, por lo que perdió su posición de liderazgo y empezó a perder dinero, hasta que su división de móviles acabó en manos de Microsoft en septiembre de 2013.

Los primeros smartphones con éxito fueron las canadienses Blackberry, desde 1999, a las que siguieron los iPod de la estadounidense Apple, aparecidos a finales de 2001. También en noviembre de 2013, Blackberry se ha vendido a un grupo de inversores.

Sin embargo, el líder actual proviene, precisamente, de una de las principales empresas de un país asiático emergente: Samsung de Corea del Sur. La empresa que está superando a los líderes de varios subsectores de la electrónica de consumo, incluso superando a la otrora todopoderosa japonesa Sony en televisiones y otros aparatos. Es previsible que la división de Smartphone de Apple llegue a una situación de difícil supervivencia.

En el sector de la automoción podemos encontrar una situación similar. Casi todo el siglo 20 estuvo dominado por los fabricantes estadounidenses General Motors y Ford, así como por las alemanas. General Motors fue la mayor empresa del mundo, durante la mayor parte del siglo. Sin embargo, estas dos empresas están en crisis y General Motors en quiebra. Desde 2007, la japonesa Toyota lidera el mercado y la surcoreana Hyundai está escalando posiciones, estando ya entre los cinco mayores.

Estos dos sectores relevantes evidencian la decadencia de Occidente y de su incrementalismo, y el despegue de los países emergentes con los valores que crearon la Era industrial e hicieron progresar a Occidente.

La conservadora mentalidad incrementalista está destruyendo el bienestar occidental, amenazando la viabilidad de sus empresas y, por tanto, de sus sociedades.

La innovación y el progreso son principios de la Nueva Conciencia, del Nuevo Orden Mundial (no conspirativo) y del Nuevo Management; es decir, de los modelos de la actual Era de la información.


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