Las actitudes son las consecuencias más
profundas de nuestras comprensiones y de nuestras expectativas. De
las actitudes derivan la mayoría de nuestros automatismos
mentales, incluyendo los hábitos.
Por ello, las
actitudes de los trabajadores deberían ser analizadas por los
directivos y por el personal de recursos humanos para formar parte
de su evaluación profesional.
Una de las
actitudes básicas la encontramos en la forma de hacer las cosas,
en la calidad de las actividades. En este sentido podemos
distinguir tres tipos de personas:
-
Las personas que les gusta hacer bien las cosas y no les gusta
hacer mal las cosas. En este colectivo podemos hacer una
separación entre aquellos que las hacen y aquellos que no las
hacen porque están siempre pensando cómo hacerlas perfectas.
La idea de la perfección es uno de los errores culturales más
absurdos y dañinos de la historia porque la perfección no
existe, la vida surge de la imperfección y la vida es cambio
que es incompatible con la falta de dinamismo inherente a la
perfección. Algunos de este grupo les gusta hacer cosas
complejas que les lleve mucho tiempo y disfrutan con la
progresión de sus proyectos.
-
Las personas que les gusta hacer cosas constantemente,
incluyendo a las hiperactivas. Suelen ser personas
superficiales que intentan llenar su vacío existencial
haciendo muchas cosas, pero con una calidad, generalmente,
inferior a las personas del grupo anterior. Les suele gustar
hacer cosas que duren poco tiempo y el resultado final sea
rápido, así como cambiar de actividad a menudo.
-
Las personas con falta de interés en las cosas, por lo que las
hacen mal.
Atendiendo a la actitud frente al conocimiento del medio o
contexto en el que trabajan, podemos distinguir entre:
-
Personas que tienen un alto interés en comprender el valor del producto
(bienes o servicios) que hace su actividad o su organización.
Generalmente empiezan comprendiendo su actividad y cuando
llegan a un cierto nivel de dominio, buscan contextos más
amplios, desde los procesos interdepartamentales hasta los
procesos corporativos.
-
Personas que tienen un alto interés en profundizar todo lo posible en su
trabajo sin ampliar su ámbito como los anteriores.
-
Otros grupos con un interés insuficiente para realizar actividades de alto
valor, incluyendo las directivas.
También
podemos utilizar los grupos de talentos múltiples que describí en
2008, entre los que destacaba:
-
Conceptuales que crean nuevos contextos a cualquier nivel.
-
Emprendedores que convierten los nuevos contextos en un
producto o modifican ligeramente o amplían la oferta
existente.
-
Organizativos. Suelen estar centrados en el rendimiento,
global o departamental, de las organizaciones, más que en el
producto. Suelen ser tan innovadores o tan inmovilistas como
el sector de actividad donde desarrollan su actividad.
-
Funcionales. Suelen ser como los anteriores, pero con un
perfil más técnico y centrado en una de las áreas funcionales
de una organización, como el marketing o la producción.
Otro
aspecto actitudinal importante y relacionado con los perfiles
anteriores, es la actitud proactiva o reactiva. Los proactivos
suelen estar más inclinados a crear contextos nuevos, mientras
aquellos que tienen una actitud reactiva suelen estar más
orientados a resolver problemas en los contextos que ya están
definidos.
Las actitudes constructivas y proactivas son
principios de la Nueva Conciencia, del Nuevo Orden Mundial (no
conspirativo) y del Nuevo Management;
es decir, de los modelos de la actual Era de la información.