Recuerdo una conversación con el
Presidente de una empresa del IBEX 35, en la que me dijo que el
mayor problema empresarial español consiste en la abundancia de la
mediocridad entre los empresarios profesionales. Esta afirmación
parece que no es sostenible porque, lógicamente, en España existe
la competencia y, por tanto, deberían llegar a empresarios sólo
los directivos más capacitados y ascender a directivos los
trabajadores más destacados.
Aunque desde la perspectiva del
pensamiento tradicional ese sería el razonamiento lógico, una cosa
distinta es desde la perspectiva del pensamiento contemporáneo, es
decir, desde el pensamiento sistémico que tiene en la
multidimensionalidad uno de sus principales factores. Una
multidimensionalidad que hace que la mayoría de las afirmaciones
sean ciertas aunque restringidas sólo a algunos aspectos del hecho
calificado aunque, la afirmación contraria sea, globalmente, más
acertada.
Por otro lado, los empresarios que
triunfan, en cualquier mercado, son aquellos que se adaptan al
funcionamiento del mismo, a su idiosincrasia. En este sentido,
cabe destacar que el mercado español deriva de la cultura
española, es decir, dogmático, cerrado y conservador; por tanto,
el mercado está dominado por la publicidad televisiva, la inercia,
el amiguismo y el enchufismo. En este escenario, la mayoría de los
empresarios que triunfan son aquellos que mejor comprenden y,
utilizan en su beneficio, estos cuatro factores de éxito.
España es un país de mediocres
donde se aceptan productos (bienes y servicios) de baja calidad,
proporcionados con condiciones abusivas. Lo mismo cabe decir de
los dirigentes empresariales que aceptan trabajadores poco
productivos y de éstos que aceptan jefes que no tampoco están
orientados a aumentar la productividad. Un país donde los
dirigentes empresariales y los trabajadores no tienen interés por
el trabajo que realizan, por garantizar el mejor producto
aprovechando las crecientes posibilidades que la tecnología
proporciona. En definitiva, un país de egoístas con una baja
conciencia social, con una baja orientación al trabajo y al
servicio del progreso colectivo.
Pero el triunfo de la mediocridad
sólo puede ser el resultado de una sociedad decadente como las
actuales, fruto del final de la Era industrial y de la transición
hacia la nueva Era de la información. El fin del modelo social, de
sus supuestos básicos, comprensiones, valores, estructuras,
poderes, instituciones, organizaciones, relaciones, prácticas,
expectativas, motivaciones; en definitiva, un cambio de conciencia
de orden social que, por primera vez en la historia, se está
realizando a escala mundial.
Por ello, en una época donde la
población quiere cambios sustanciales, por un rechazo visceral
hacia la injusticia existente y, por otro lado, con la innovación
y competencia internacional derivadas de la globalización, el tipo
tradicional de empresario español exitoso está reduciendo sus
posibilidades, salvo en los sectores altamente regulados o
intervenidos por los gobernantes políticos, donde la corrupción y
el abuso hacia el cliente son los factores de éxito.
El modelo de empresario, de
directivo y de trabajador tradicional español tiene que cambiar
para adaptarse a las nuevas exigencias orientadas al progreso
colectivo.
El pensamiento sistémico, la multidimensionalidad, el cambio sustancial o
radical, la justicia social, la orientación al progreso colectivo,
la calidad de servicio, la sostenibilidad, la innovación, son
principios de la Nueva Conciencia, del Nuevo Orden Mundial (no
conspirativo) y del
Nuevo Management; es decir,
de los modelos de la actual Era de la información.