Cuando tenemos que realizar
una actividad que requiere la colaboración de otros, es importante
saber cuando debemos solicitarla. Unas personas piden la
colaboración al principio del proceso o cuando se pueda, para de
esa forma alterar lo menos posible el trabajo de los demás e
intentar que la ayuda no retrase la finalización del trabajo
propio.
Sin embargo, la mayoría de
las personas suele demorar la solicitud de colaboración y no la
piden hasta que ya han realizado la mayoría de sus actividades
relacionadas para finalizar el proceso. Esta demora voluntaria
suele hacer que sea urgente el trabajo del otro u otros, para
finalizar una tarea propia; por ello, quienes habitualmente
realizan esta mala práctica, suelen pedir que los demás les
atiendan rápidamente para completar su tarea en un tiempo
razonable.
En esta forma de proceder
subyace una falta de respeto hacia los demás, propio de una
educación defectuosa que suele producir una falta de
productividad. Además, es habitual que los demás conozcan que se
ha dejado para última hora esta solicitud de colaboración, por lo
que también es habitual que demoren su atención al objeto de
educar al maleducado.
Realmente, es muy incómodo
trabajar con este tipo de individuos que abusan de la buena
voluntad y de la responsabilidad profesional de los demás. En
estos casos, resulta recomendable atender con celeridad la primera
vez e informarse del proceso para asegurarse de que se ha
producido una demora voluntaria para informar al solicitante que
la próxima vez no le atenderá con urgencia. Si se repite la
situación se debe informar al jefe del solicitante advirtiendo de
la falta de productividad que origina el proceder del individuo en
cuestión.
Esta mala práctica es
habitual en todos los ámbitos organizacionales, tanto en jefes
como en trabajadores sin responsabilidades sobre otras personas.
Esta práctica de abusar de
los demás, supone una falta de respeto que es la causa de la
mayoría de los males de la economía y de la sociedad.
La falta de respeto hace
que las personas no sean respetables y esto origina el desprecio
de los unos hacia los otros. Si no respetamos a los demás, no
podemos confiar en ellos y la colaboración profesional y social
requieren de la confianza en los demás. Si no confiamos en los
demás tenderemos a hacer nosotros mismos todo lo que necesitemos y
de esta forma, no nos beneficiamos de los conocimientos de los
demás ni de su mayor productividad en sus áreas de conocimiento,
por lo que perjudicamos nuestra vida y limitamos el crecimiento
profesional de los demás.
Precisamente la historia
del mayor crecimiento económico, tecnológico, científico, cultural
y social de la historia, durante la Era industrial, se basó en la
división del trabajo que se basa en confiar en que otros hagan
mejor que nosotros un trabajo por su especialización
(conocimientos, experiencia y medios específicos). Por el
contrario, la falta de progreso de la mayoría de la población
mundial y de los países latinoamericanos que son los menos
desarrollados de Occidente, se debe a la falta de esta confianza
colectiva que deriva, en última instancia de la mala educación
(entorno social, enseñanza reglada, cultura y corrupción
institucional sistémica).
Las personas con menor
nivel de conocimientos, tienen problemas para coordinarse con
otros que parten del egocentrismo. En este sentido, resulta falsa
la idea de que en Occidente hay demasiado individualismo porque ha
sido la colaboración, primero industrial, y después empresarial en
las grandes organizaciones, las que han proporcionado el progreso
occidental y, por el contrario, ha sido la despreocupación por los
demás o baja responsabilidad social, en definitiva, el
egocentrismo, el que ha impedido el progreso en el resto del
mundo.
La mayoría de los
trabajadores sienten un cierto desprecio hacia sus jefes por
considerar que ganan mucho, saben y trabajan menos que ellos y
comprenden poco su trabajo. En el otro lado, los jefes suelen
tener un cierto desprecio hacia la mayoría de sus subordinados por
la falta de interés socioprofesional de la mayoría de éstos,
reflejado en su falta de crecimiento y proyección profesionales.
Ambas partes suelen tener bastante razón, pero este sentimiento de
desprecio es improductivo.
En España, los
emprendedores se quejan de la falta de confianza de su público
objetivo en su propuesta por el hecho de ser nueva, entrando en
una situación imposible en la que no se consiguen clientes por no
tener clientes previos.
La falta de respeto
hacia el prójimo y el desprecio, está en la base de que exista una
diferencia salarial excesiva que perjudica la economía. Los abusos
y las estafas que forman parte de las prácticas empresariales y
sociales, también derivan de la falta de respeto hacia el prójimo.
La educación en cuanto
al respeto hacia los demás es más productiva que la falta de este
tipo de educación.
La
educación psicosocial, el respeto hacia los demás, la colaboración
y el trabajo en equipo, son
principios de la Nueva Conciencia, del Nuevo Orden Mundial (no
conspirativo) y del
Nuevo Management; es decir,
de los modelos de la actual Era de la información.