“Los
hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los
buenos”
(Marco Tulio Cicerón).
No puede ignorarse que esta frase
suele ser cierta. Por ello, cabe preguntarse por la razón para que
suceda este doble hecho.
¿Por qué las personas “malas” se
agrían con el tiempo? ¿Por qué las personas “buenas” mejoran con
la edad? En ambos casos, el cambio es consecuencia de nuestro
enfoque vital que, en parte, se traduce en la existencia de un
círculo vicioso que nos agría o de un círculo virtuoso que nos
mejora.
Una actitud vital despreocupada por
los demás y por uno mismo, nos lleva a construir una serie de
actitudes y hábitos de pensamiento y de comportamiento que
dificultan que cambiemos, convirtiéndonos en prisioneros de
nuestras creencias, incluyendo nuestros errores. Este conjunto de
actitudes y hábitos forman un círculo vicioso o una espiral de
empeoramiento. Este círculo vicioso que nos hace ser complacientes
y conformistas, generalmente se relaciona con la peligrosa idea
milenaria filosófica-religiosa de que tenemos una esencia que no
podemos cambiar, en palabras populares: “yo soy así y no puedo
cambiar”. Sin embargo, el cambio es inexorable y cuando decidimos
no cambiar, empeoramos cumpliendo con el citado aforismo: nos
agriamos como el vino malo.
Por el contrario, una actitud vital
basada en la responsabilidad, individual y colectiva, nos lleva a
construir una serie de actitudes y hábitos de pensamiento y de
comportamiento que nos impulsan hacia el crecimiento personal,
cultural, profesional y social, es decir, hacia la mejora en la
vida interior (mental) y exterior (privada, profesional y social).
Este conjunto de actitudes y hábitos forman un círculo virtuoso o
una espiral de mejora continua. Este círculo virtuoso nos impulsa
hacia el aprendizaje continuo, la superación de los retos y la
búsqueda de la coherencia mental y vital. Culturalmente se
relaciona con el protestantismo. El círculo virtuoso nos hace que
mejoremos cada día, como el vino bueno, cumpliendo con el referido
aforismo.
Todos tenemos círculos viciosos y
círculos virtuosos en ciertas áreas específicas; sin embargo,
puede afirmarse de la mayoría de las personas que tiene uno u otro
círculo de forma global.
La existencia de un círculo vicioso
o de un círculo virtuoso es fundamental para saber lo que podemos
esperar de una persona, tanto en el ámbito de las relaciones
personales como en el ámbito de las relaciones profesionales. Por
ello, las organizaciones
deberían tratar de clasificar a sus trabajadores y colaboradores
en función de que tengan uno u otro círculo, así como promocionar
a quienes tengan un círculo virtuoso y controlar que quienes
tienen un círculo vicioso no intoxiquen a sus compañeros.
Cambiar un círculo vicioso por un círculo virtuoso o
viceversa, es una tarea muy complicada por dos motivos: 1) porque
las personas en las que domina uno de estos círculos tienen una
gran resistencia a realizar este cambio radical, 2) porque esta
transformación supone un enorme esfuerzo mental, continuado
durante mucho tiempo, para cambiar gran parte del imaginario
(creencias, actitudes y hábitos) que desanima especialmente a las
personas con círculo vicioso.
El
círculo virtuoso, el cambio, la mejora continua y la superación
personal, la utilización de nuevas posibilidades, son
principios
de la Nueva Conciencia, del Nuevo Orden Mundial (no conspirativo)
y del
Nuevo Management; es decir,
de los modelos de la actual Era de la información.